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Síndrome de fermentación automática

  • 30-Octubre-2024 11:20
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Bacterias
Bacterias. Foto: cortesía

El síndrome de fermentación automática es una condición rara que ha comenzado a tener fama en los últimos años. Consiste en que ciertos microorganismos presentes en el intestino sintetizan alcohol.

Para ello realizan reacciones de fermentación sobre los carbohidratos de la dieta. El resultado es que la persona que lo sufre está ebria o borracha sin haber consumido ninguna bebida alcohólica.

¿Qué es el síndrome de fermentación automática?

El síndrome de fermentación automática también recibe el nombre de síndrome de la autocervecería. Este segundo término da pistas sobre sus características. Es una condición rara, aunque podría ser porque está infradiagnosticada.

Los hongos intestinales convierten los carbohidratos en alcohol y esa es la explicación más simple sobre el padecimiento. Este alcohol pasa a la sangre, produciendo un estado de ebriedad.

Es decir, es como si esa persona estuviera borracha, pero sin haber bebido alcohol. La razón de que esto ocurra es que ciertos hongos intestinales crecerían de manera excesiva.

Si bien es normal que estén presentes en el aparato digestivo en concentraciones intermedias, su exceso podría causar estragos en la salud. Uno de ellos es este síndrome.

En ocasiones, el síndrome de fermentación automática se produce a consecuencia de consumir una pequeña cantidad de alcohol. Otras, sin embargo, no existe ningún desencadenante. Por eso el paciente puede entrar en un estado de ebriedad sin relación directa con sus ingestas. Ocurren los mismos síntomas y signos que aparecen durante una borrachera o durante la resaca.

El problema de este síndrome reside en la microbiota y en la fermentación exagerada que los microorganismos realizan.

Síntomas relacionados

El síndrome de la fermentación automática fue descubierto en 1950. Puede afectar tanto a niños como a adultos. Los síntomas que produce son similares a una intoxicación etílica común.

Por ejemplo, puede aparecer desinhibición, aumento de la sensación de bienestar y euforia al comienzo. A medida que aumenta la cantidad de alcohol en sangre comienzan los mareos, la confusión, la disminución de los reflejos y la inestabilidad.

También es frecuente que la respiración se vuelva más irregular y lenta. Algunas personas llegan a vomitar, sufren desmayos y su temperatura corporal baja de manera considerable. En una intoxicación grave hay convulsiones o hasta un coma etílico.

Según explica un estudio publicado en BMJ Open Gastroenterology, en algunos casos los primeros síntomas se limitan a cambios de humor, delirios y una especie de niebla en la conciencia.

Por otra parte, debemos tener en cuenta que el síndrome de fermentación automática puede tener impactos muy negativos en la vida de quien lo sufre. Todos los síntomas que acabamos de mencionar dan lugar a un síndrome de fatiga crónica.

Esto, a su vez, genera ansiedad, baja productividad y depresión. Además, a nivel social, laboral y familiar las consecuencias son nefastas. Todos tenderán a pensar que el paciente miente y que, en realidad, sí ha consumido alcohol.

El síndrome de fermentación automática también se asocia a un aumento del riesgo de sufrir accidentes. Por ejemplo, caídas en el hogar o problemas en el tráfico. Por eso puede tener repercusiones legales.

Causas del síndrome de fermentación automática

El síndrome de fermentación automática se produce por un crecimiento excesivo de los hongos intestinales. En el intestino, de forma normal y fisiológica, se produce un proceso de fermentación, pero aquí hay una exageración.

En la patología, esto no es llevado a cabo por bacterias, sino por hongos. Las especies que más se asocian son Candida glabrata y Saccharomyces cerevisiae.

En digestiones normales también se producen pequeñas cantidades de alcohol. Sin embargo, el hígado se encarga de eliminarlo, por lo que nunca llega a producir una intoxicación.

El problema es que, en este síndrome, las cantidades son elevadas y el hígado no puede eliminar el alcohol por completo. Los síntomas del síndrome de fermentación automática aumentan cuando se ingieren alimentos ricos en almidón o azúcares.

Factores de riesgo para padecerlo

Los científicos han identificado una serie de factores que incrementan el riesgo de padecer esta patología. Por ejemplo, la enfermedad de Crohn o el síndrome del colon irritable. Las personas que tienen un sistema inmune debilitado también tienen más probabilidad de sufrirlo.

La diabetes, la obesidad y el uso de antibióticos son otros aspectos muy relacionados. La prescripción desmedida de estos últimos altera la población bacteriana intestinal. Por eso, los hongos tienden a proliferar más de lo habitual, rompiendo el equilibrio.

¿Cómo se diagnostica?

Por eso, el diagnóstico debe ser lo más certero posible. Para ello es fundamental que el médico revise la historia clínica y conozca todos los episodios y sus características.

No obstante, suelen ser necesarias una serie de pruebas complementarias. Sobre todo para intentar descartar otras enfermedades que puedan estar asociadas. Lo habitual es que se solicite un análisis de sangre y de heces.

En este último se puede estudiar la proporción de bacterias y de hongos. Así se pone en evidencia si existe un sobrecrecimiento fúngico.

En algunos casos se emplean testeos con carbohidratos para provocar un episodio y observarlo. Las personas con síndrome de fermentación automática tendrán niveles aumentados de alcohol en sangre después de esta prueba.

Por último, es posible que el médico solicite una colonoscopia o endoscopia por vías altas. Esta prueba consiste en introducir un tubo largo y delgado a través del ano o la boca. Dicho tubo consta de una pequeña cámara en la punta que permite observar el tubo digestivo en su interior.

Una endoscopia es un recurso útil en gastroenterología. Permite observar en directo la mucosa del tubo digestivo.

Tratamientos para el síndrome de fermentación automática

El tratamiento del síndrome de fermentación automática es difícil. Lo que se intenta es realizar una serie de modificaciones en la dieta. La idea es reducir o evitar todos los alimentos que tengan un porcentaje muy alto de carbohidratos.

Para ello se puede intentar introducir más proteínas y evitar alimentos como el pan blanco o el arroz. Lo mismo ocurre con la pasta, los pasteles, los dulces y las bebidas azucaradas.

Se recomienda mantener una dieta así hasta que desaparezcan los síntomas. No obstante, no deben reintroducirse de forma brusca estos productos en ningún momento.

Por otra parte, en algunos pacientes se puede probar el tratamiento con fármacos. Los más empleados son los antifúngicos, que ayudan a reducir la cantidad de hongos en el intestino. Por ejemplo, el fluconazol, el itraconazol o la nistatina.

Es posible que se recomienden antibióticos o fármacos de mayor potencia si la patología persiste. Incluso, algunos pacientes afirman que los suplementos probióticos les son de utilidad. No obstante, su eficacia aún no está demostrada.


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