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Qué es el síndrome de inmersión

  • 6-Enero-2025 10:07
  • Lectura:
/Foto: Cortesía
El síndrome de inmersión, también llamado hidrocución, es un trastorno en el cuerpo que aparece cuando una persona se sumerge muy rápido en aguas frías. Ello puede conducir a un fallo en el sistema cardiorrespiratorio.

La razón principal de este fenómeno es la diferencia de temperatura entre el agua y el cuerpo humano. El organismo intenta regular esa modificación tan veloz de las condiciones externas con un envío masivo de sangre a todos los vasos. Para ello, debe dilatar las arterias. Así, de manera secundaria y como efecto adverso, empieza a llegar menos circulación al cerebro y al corazón.

La desregulación de todos estos sistemas baja la presión arterial, aumenta mucho la frecuencia cardíaca y pone en riesgo el equilibrio interno del cuerpo. Como resultado, podría desencadenarse un paro cardíaco. Y es por ello que resulta fundamental tomar medidas para prevenir este evento.

Síntomas de que está sucediendo un síndrome de inmersión

A veces, las personas que sufren un síndrome de inmersión, colapsan de inmediato. Otras veces, quedan inconscientes unos minutos, pero su cuerpo manifiesta señales en diferentes fases.

Cuando no hay un paro cardíaco ni pérdida de consciencia, los síntomas del síndrome de inmersión pueden ser los siguientes:

  • Náuseas: que pueden llevar a vómitos.
  • Mareos: sensación de inestabilidad o de vértigo.
  • Desmayos: por debilidad, debido a la presión baja.
  • Escalofríos: como reacción del cuerpo al frío del agua.
  • Dolor de estómago: retortijones o malestar abdominal generalizado.
En general, si la persona afectada no se desmaya ni colapsa, podría llegar a abandonar el agua al empezar con los síntomas. O alguien cercano podría detectar el problema y sacarlo del agua. De todas maneras, los síntomas suelen aparecer en cuestión de minutos y, a veces, en segundos, tras la inmersión.

¿Quiénes están en mayor riesgo?

No todas las personas que se bañen en aguas frías padecerán el síndrome de inmersión. Hay circunstancias y grupos que tienen más posibilidad de sufrirlo, como los siguientes:

  • Condiciones médicas preexistentes: Personas con enfermedades cardíacas o neurológicas, como epilepsia, tienen un mayor riesgo.
  • Falta de aclimatación: Quienes no tienen la costumbre de exponerse al agua fría podrían no reaccionar bien al choque térmico.
  • Consumo de alcohol o drogas: Las sustancias pueden afectar el juicio y la percepción del riesgo, así como alterar la respuesta del cuerpo al estrés.
  • Baños de sol prolongados: Haber estado tomando sol o con una exposición excesiva al mismo, provoca un aumento de la temperatura corporal importante. Luego, el choque térmico con el agua frío podría ser más severo y traumático para el cuerpo.
  • Consumo de comidas copiosas: Ingerir grandes volúmenes de alimentos antes de sumergirse, o que los ingredientes sean ricos en grasas difíciles de digerir, deriva la circulación sanguínea hacia el aparato digestivo. Ello reduce la sangre disponible para el cerebro.
  • Ejercicio intenso: Realizar actividad física extenuante antes de entrar al agua fría cambia la regulación del flujo sanguíneo y aumenta la susceptibilidad. El entrenamiento o los deportes en verano, en horarios pico de calor, incrementan la sudoración y, en estado de deshidratación, el cuerpo tiene menos posibilidades de reaccionar bien a la inmersión.
¿Qué hacer si alguien tiene los síntomas?

Ante la sospecha de que una persona está sufriendo el síndrome de inmersión, hay que actuar con rapidez y seguir ciertos pasos para maximizar las posibilidades de recuperación:

  • No te arriesgues. Ingresa al agua para sacar al otro, solo si es seguro para ti.
  • En la medida de lo posible, activa un servicio de emergencias o pídele a alguien que llame a los números de tu área para solicitar una ambulancia.
  • Saca a la persona afectada del agua con la ayuda de un objeto flotante. Evitar entrar tú al agua si es posible.
  • Una vez fuera del agua, asegúrate de que su boca y nariz estén despejadas para facilitar la respiración.
  • Si la persona está inconsciente y no respira, comienza con respiración boca a boca y reanimación cardiopulmonar (RCP). En ciertos lugares públicos hay desfibriladores automáticos, que podrías emplear en este caso. Si estás en comunicación con un servicio de emergencias, sigue sus instrucciones.
  • Si la persona recupera la consciencia o siempre conservó la respiración, puedes colocarle en posición lateral de seguridad para prevenir aspiraciones por vómitos.
Aunque la persona afectada parezca recuperarse en pocos minutos, no hay que obviar la atención médica. Tras un síndrome de inmersión, siempre se debe recibir asistencia de urgencia, ya sea por parte de una ambulancia o en un servicio de guardia.

Consejos para prevenir el síndrome de inmersión

Se pueden tomar medidas para reducir la posibilidad de sufrir este problema. En especial, si sabes que las aguas a las que te quieres sumergir tienen temperatura baja, lo que sucede en ciertas épocas del año o en ciertas latitudes geográficas.

Lo ideal sería que te mojes poco a poco, gradualmente, por partes. Comienza con los brazos y las piernas antes de meter la cabeza bajo el agua. Si estuviste realizando ejercicio o terminaste de comer mucho hace pocos minutos, espera media hora o una hora completa.

En lugares agrestes, como playas de costa oceánica o lagos, siempre es mejor nadar acompañado. Ello permitirá que haya otra persona disponible para activar un sistema de emergencia, llegado el caso. Distinto es el caso de piscinas o balnearios; más aún, si hay guardavidas, lo que incrementa la seguridad.

Para regiones muy frías, el uso de trajes con neopreno puede ser obligatorio. Se trata de un aditamento que reduce el impacto del choque térmico.

Finalmente, hay que considerar una supervisión especial para grupos poblacionales particulares. Los niños, por ejemplo, son mucho más susceptibles al síndrome de inmersión, así como los adultos mayores.

¿Es lo mismo que el corte de digestión?

Aunque la expresión «corte de digestión» sea popular para describir la situación en la que aparecen síntomas por meterse al agua tras comer de manera copiosa, no puede equipararse al síndrome de inmersión. Este último constituye una entidad clínica con sus propios mecanismos y síntomas.

El corte de digestión es una manera coloquial de describir muchos efectos de sumergirse tras comer. Desde reacciones leves, como malestar estomacal, hasta calambres y reacciones severas. El síndrome de inmersión siempre es grave.

Disfruta el agua con precaución

La hidrocución es una condición potencialmente grave. Es más probable cuando te sumerges en agua fría después de haber estado expuesto al calor, tras realizar ejercicio intenso o haber comido grades cantidades de alimento.

Para prevenirla, es fundamental seguir prácticas seguras. Entrar al agua de manera gradual, evitar la inmersión después de comer y estar alerta a los signos de alarma son medidas básicas para evitar desenlaces fatales.

Con información de Mejor con Salud

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