Con rotundidad y sin consideración, el griego Stefanos Tsitsipas despertó al español Alejandro Davidovich de su sueño y se apuntó, por segundo año consecutivo, el título del Masters 1000 de Montecarlo tras imponerse en el partido final por 6-3 y 7-6(3).
La mejor semana en la aún corta trayectoria de Davidovich terminó sin final feliz. Sin el premio deseado. Fue un espabilar brusco. Nunca antes había estado tan cerca el español de un éxito, del primero como profesional. Y menos en un evento de similar rango. Por eso se resistió a pesar del talento y de la identidad de su rival. Un jugador asentado en la élite hace tiempo. Un candidato habitual a los triunfos en los grandes torneos.
Alejandro Davidovich comenzó bien, pero después se diluyó. Se recuperó y se volvió a ir. Pero resistió hasta el final. Sucedió así, por momentos, en los partidos ante el búlgaro Grigor Dimitrov, en semifinales, y también contra el estadounidense Taylor Fritz en cuartos.
Y también contra Novak Djokovic en segunda ronda. Aunque pudo más su tesón, empuje y la repercusión del rival. Un momento inigualable y un triunfo histórico. Ahí empezó todo.
No pudo prolongar esa inercia el andaluz ante un adversario que se encargó de delimitar las distancias. Una final es casi una rutina para el heleno, pero hasta ahora una excepción para el español. Diecinueve ha jugado Tsitsipas que elevó a ocho los éxitos en su carrera. Con ninguna a sus espaldas afrontó Davidovich la de Montecarlo.
Unión Radio.