Son tiempos revueltos para todos, la pandemia de COVID-19, la guerra de Ucrania o la inseguridad económica, sumado a las tensiones comunes y habituales en los adolescentes, puede hacer que estén más estresados que nunca. Un grupo de investigadores de la Universidad de Rochester (EE.UU.), Universidad de Texas Austin, la Universidad de Stanford y Google Empathy Lab ha desarrollado una terapia que podría ayudarles a canalizar el estrés, cambiando la estrategia habitual de evitarlo por un nuevo enfoque: optimizarlo.
¿Cómo? El método parece sencillo, unas sesiones de capacitación que tan solo duran 30 minutos, en las que se enseña a los adolescentes a canalizar su estrés, dejando de considerarlo como algo malo que hay que evitar y empezando a identificarlo –por ejemplo cuando aparecen taquicardias o palmas de las manos sudorosas–, y controlarlo para usarlo como una fuerza impulsora positiva.
La investigación, que se ha publicado en la revista Nature, ha contado con la participación de 4.291 jóvenes, en una parte de ellos se probó la nueva terapia y el resto actuó como grupo de control. Los resultados mostraron que las sesiones tuvieron los siguientes efectos en los adolescentes:
Mejores respuestas fisiológicas al estrés: más cantidad de sangre oxigenada al cerebro y al cuerpo.
Mayor bienestar psicológico: los jóvenes declararon sentirse más queridos, satisfechos, poderosos y con mayor autoestima.
Menos niveles de cortisol: se redujo la cantidad de este indicador hormonal del estrés.
Rendimiento académico superior: los adolescentes que fueron a terapia contra el estrés aprobaron más que los que no.
Reducción en la ansiedad: presentaron menos angustia y ansiedad gracias a las sesiones.
Una terapia basada en dos mentalidades sinérgicas
Según explican los autores, esta terapia ayuda a los adolescentes a desarrollar dos mentalidades sinérgicas. Una de ellas es la mentalidad de crecimiento, que según Jeremy Jamieson, principal investigador del estudio, “básicamente la creencia de que la capacidad intelectual no es fija sino que se puede desarrollar con esfuerzo, estrategias efectivas y el apoyo de otros. Es la idea de que si me esfuerzo, puedo crecer, puedo aprender, puedo mejorar y puedo superar las dificultades”.
La segunda es la mentalidad de que el estrés puede mejorar, esta idea parte de la idea de que las respuestas que se generan durante el estrés no tienen porque ser solo dañinas, sino que pueden ayudar en el desempeño de una persona en situaciones desafiantes. Estos dos tipos de mentalidad sinérgica enseñan a los más jóvenes a aceptar las dificultades en lugar de evitarlas.
“Estos mensajes combinados hicieron que los adolescentes de nuestros estudios vieran los factores estresantes como cosas que podían superarse, en lugar de algo abrumador y fuera de su control. Ahora que sabemos que funciona, estamos trabajando para ampliarlo. Sabemos que los mayores cambios ocurren en aquellos que provienen de entornos económicamente desfavorecidos, experimentan más factores estresantes del día a día y tienen un rendimiento académico más bajo”, concluye el investigador Jamieson.
Con información de Web Consultas.