Este 19 de octubre la iglesia católica canonizará a un hombre y a una mujer, a dos venezolanos que llevará a los altares universales, porque se trata de dos figuras que en vida fueron faros de esperanza, el doctor José Gregorio Hernández y Madre Carmen de Venezuela.
José Gregorio Hernández fue un brillante científico, un pionero de la medicina moderna en Venezuela y su sabiduría era tan inmensa como su fe. En dos ocasiones intentó dejarlo todo para entregarse a Dios, sin embargo, su salud no se lo permitió. Su muerte por sí sola parece un acto de santidad, el 29 de junio de 1919, mientras cruzaba la calle para comprar medicamentos para una anciana, fue arrollado por un automóvil en su último acto de servicio.
A su lado, también sube a los altares Madre Carmen de Venezuela, una mujer de una determinación que desafió cualquier obstáculo. Su historia es una lección de fuerza interior, Madre Carmen de Venezuela nació con una discapacidad física. Le faltaba parte de su brazo izquierdo. Sin embargo, en lugar de ser una limitación, esta condición fue un testimonio de su inmensa fortaleza espiritual; nunca lo ocultó y siempre dijo que esa debilidad física le recordaba que toda su fuerza provenía de Dios.
Fue fundadora de la congregación de la sierva de Jesús y su vida estuvo siempre cargada de humildad y servicio. Sin duda, dos figuras, dos vidas, dos caminos. Uno a través de la ciencia al servicio de los demás.
El otro a través de la fe inquebrantable y el amor por los más necesitados. José Gregorio Hernández y Madre Carmen de Venezuela no sólo se convierten en los primeros santos venezolanos, sino que nos recuerdan que la verdadera grandeza se encuentra en el servicio, la fe, la humildad. Un hito en la historia de la fe que une a toda la nación.
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