Un grupo de investigadores de la Universidad Rush (Chicago) ha encontrado un vínculo entre el seguimiento de dos patrones dietéticos, la dieta MIND y la dieta Mediterránea con un menor desarrollo de estos elementos patológicos.
La dieta mediterránea en términos generales se define por un alto consumo de frutas y verduras, legumbres, granos integrales, aceite de oliva y frutos secos y cantidades moderadas de pollo, marisco y vino tinto.
La dieta MIND consiste en una combinación entre la dieta mediterránea y la dieta DASH, que persigue reducir la hipertensión. Así, se enfoca en el consumo de verduras (especialmente las de hoja verde), bayas, frutos secos, aceite de oliva, pescado y pollo, legumbres, cereales integrales y vino en cantidades moderadas; y en evitar la mantequilla y la margarina, el queso, la carne roja, los postres azucarados y procesados y la comida frita.
Según los autores de este estudio, los hallazgos resultan de realizar un seguimiento a una muestra de 581 adultos mayores, desde el alistamiento en el estudio hasta su fallecimiento, atendiendo a lo que comían y, de manera post-mortem, la cantidad de las placas de beta-amiloide y ovillos de tau que estaban presentes en sus cerebros. Dentro de esta muestra, un 39% había recibido un diagnóstico de demencia próximo a su muerte y un 66% cumplía con los criterios de la enfermedad de alzhéimer tras la misma.
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