Más allá de la melancolía posparto que puede durar hasta 2 semanas después del nacimiento del bebé, algunas madres primerizas desarrollan una forma de depresión más grave y de mayor duración, conocida como depresión posparto.
Algunos de los principales síntomas de la depresión posparto son el llanto excesivo, los cambios de humor graves, el aislamiento, la pérdida del apetito, los trastornos de sueño, la fatiga abrumadora o la incapacidad para relacionarse con el bebé.
Un nuevo estudio relaciona la depresión posparto con el sistema inmune
Codirigido por investigadores de la Virginia Commonwealth University, el informe analiza múltiples características de las muestras de sangre de 482 mujeres con depresión posparto: curiosamente, los hallazgos revelan notorias diferencias en las células B en comparación con aquellas sin la afección.
También conocidas como linfocitos B, las células B son parte del sistema inmunitario que se forman a partir de las células madre en la médula ósea. Se activan cuando el organismo detecta objetos extraños, produciendo anticuerpos. También mandan señales proinflamatorias y antiinflamatorias.
«Hay una interacción realmente delicada del sistema inmunológico durante el embarazo», apunta el genetista Jerry Guintivano, de la Universidad de Carolina del Norte, según recoge Science Alert.
El sofisticado mecanismo oscila entre prevenir las infecciones y no reconocer al embrión como un cuerpo extraño. Tras el parto, las hormonas deben reconfigurarse para retornar a la normalidad.