Organización Mundial de la Salud (OMS), informó que la actividad física es fundamental para el mantenimiento y la conservación de nuestra salud. Un dato esclarecedor: las personas con un nivel insuficiente de actividad física tienen un riesgo de muerte entre un 20 % y un 30 % mayor en comparación con las personas que alcanzan un nivel suficiente de actividad física.
Entre otras, la actividad física contribuye a la prevención y gestión de enfermedades no transmisibles, como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y la diabetes.
Asimismo, existen muchas otras maneras de evaluar la intensidad de la actividad física. Una de ellas es mediante la medición del ritmo cardiaco. De acuerdo con la Fundación Española del Corazón (FEC), la frecuencia cardiaca es el número de veces que se contrae el corazón durante un minuto (latidos por minuto).
La frecuencia normal en reposo oscila entre cincuenta y cien latidos por minuto. Esto nos dará un buen punto de salida o referencia, porque hay algunos aspectos que alteran su estado, como es el caso de la actividad física.
El ritmo cardíaco se puede medir con facilidad: en la muñeca (pulso radial) o bien en el cuello (pulso carótido). Solo hay que colocar el dedo índice y corazón en el cuello al lado de la tráquea o entre el hueso y el tendón sobre la arteria radial, que se encuentra en el lado del pulgar de la muñeca. Esta cadencia se convertirá en el número de latidos por minuto del corazón (latidos por minuto).
Mundo deportivo.