Aunque el término fue acuñado hace 25 años, no ha sido hasta la última década cuando se ha empezado a hablar más de la ecoansiedad, que es la angustia o temor excesivos que produce la crisis climática mundial y la amenaza de un desastre medioambiental. Este sentimiento, que no suele ser patológico, pero que sí producir mucho malestar a nivel psicológico, es más común entre los jóvenes.
De hecho, según una encuesta publica en The Lancet, la angustia relacionada con el cambio climático está presente en el 84% de jóvenes de entre 16 a 25 años, y un 59% de ellos asegura estar muy preocupado. Esto se traduce en que más de la mitad de los jóvenes siente emociones como tristeza, ansiedad, enojo, frustración, impotencia y culpa, sentimientos que se acrecientan al considerar que los gobiernos no hacen lo suficiente para evitarlo.
Aunque preocuparse e intentar hacer algo por cambiar esta situación debería ser una obligación para todos, debemos evitar que nos produzca angustia hasta tal punto que afecte a nuestro día y nuestra salud emocional y mental, sobre todo entre los más jóvenes, a los que debemos proteger especialmente.