La práctica de ejercicio físico es beneficiosa para los menores en muchos aspectos. Sin embargo, cuando se le asocia un componente excesivamente competitivo, puede generarles un estrés que derive en lo que se conoce como lesiones fantasma. Estas no son otra cosa que la manifestación de una presión psicológica que no se logra afrontary se somatiza.
Muchos niños afirman tener fuertes dolores de cabeza antes de ir al colegio cuando sufren bullying o reportan un gran malestar estomacal antes de un importante examen. Estos dolores y síntomas físicos para los que no se encuentra explicación orgánica, se producen también en el caso de las lesiones fantasma; solo que el detonante es la presión derivada del deporte.
¿Qué son las lesiones fantasma en los niños?
Las lesiones fantasma son dolores o malestares corporales similares a los que produciría una lesión deportiva, pero que aparecen sin que haya nada mal a nivel físico. Así, los niños pueden sentir dolor en el tobillo, el brazo o la pierna (generalmente aparece en las extremidades) o presentar dificultades para moverse; pero un examen médico revela que no hay lesión.
Este dolor fantasma suele convertirse en una afección crónica que puede estar presente de forma continua o aparecer de forma intermitente (en especial, antes de los partidos o entrenamientos). Causa gran malestar y sufrimiento a los niños y afecta su vida en otras esferas, como la social, la familiar y la personal.
Es muy importante recordar que el niño no está fingiendo la lesión ni se está inventando nada. Realmente siente dolor, sufre malestar y lo experimenta de un modo tan vívido como si hubiese un daño físico.
Origen y causas de las lesiones fantasma en los niños
Los primeros casos de lesiones fantasma en los niños se identificaron en las ligas infantiles de béisbol en los Estados Unidos. Estos niños afirmaban sufrir un dolor similar al de una lesión deportiva, así como una serie de síntomas raros e imprecisos.
En realidad, se estaba produciendo un síndrome o trastorno de conversión, que en psicología designa a aquellas manifestaciones físicas que son fruto de un conflicto psicológico sin resolver. En casos graves, este trastorno puede llevar a una persona a manifestar hasta ceguera o parálisis.
El origen del malestar sin causa aparente es una excesiva presión a la que el niño es sometido con relación a la práctica deportiva. Una competitividad feroz, una exigencia muy alta por parte del entrenador o unas expectativas demasiado elevadas por parte de los progenitores pueden llevar al menor a una situación insostenible.
De este modo, las lesiones fantasma aparecen para otorgar un beneficio secundario: el niño puede ahora descansar o evitar los entrenamientos y competiciones, pues se encuentra lesionado. Es evidente que nadie desea sufrir dolor ni verse limitado, pero esta lesión ofrece la ganancia de poder escapar de la presión.
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