La alfalfa es una planta leguminosa perenne que pertenece a la familia Fabaceae. Durante años se ha utilizado en la medicina tradicional, ya que es una fuente de compuestos bioactivos que incluyen ácidos grasos, fitoestrógenos, antioxidantes, vitaminas, minerales y proteínas.
Como detalla una revisión compartida en Pharmaceutical Biology, sus fitoconstituyentes le confieren las siguientes propiedades: estrogénico, antioxidante, antiulceroso, antimicrobiano, hipolipidémico, antiinflamatorio, neuroprotector, hipocolesterolémico.
El uso de la alfalfa como estimulante de la leche materna data de mucho tiempo atrás. En la medicina popular, los suplementos derivados de esta planta se han utilizado entre las madres lactantes que, por algún motivo, requerían aumentar la producción de leche.
Se cree que su contenido de fitoestrógenos está detrás del efecto galactagogo. Estas sustancias vegetales se asemejan a los estrógenos y pueden adherirse a sus receptores en el organismo. Pese a esto, las evidencias son limitadas y poco concluyentes.
El consumo de alfalfa se ha promovido como galactagogo y se incluye en mezclas patentadas destinadas al aumento de producción de leche materna, ya que es una fuente interesante de saponinas, isoflavonoides estrogénicos, vitamina K y L-canavanina (un aminoácido), pero los estudios realizados no han podido corroborar que pueda favorecer la lactancia.
Debido a esto, la misma fuente expone que estos suplementos no deben reemplazar la evaluación y el asesoramiento sobre aquellos factores modificables que indicen en la producción de leche. Y es que, ante este problema, suelen sugerirse cambios en la dieta y en el estilo de vida que sí ayudan.
Con información de 80 Noticias.