Aunque todavía no hay suficiente evidencia científica al respecto, se ha generalizado la recomendación de que aquellos que reciban la vacuna COVID-19 no hagan ejercicio físico ese mismo día, por miedo a reacciones adversas. Sin embargo, un reciente estudio de la Universidad Estatal de Iowa (EE.UU.) ha descubierto que la actividad física tras la inyección puede ayudar a aumentar los niveles de anticuerpos generados.
La investigación concreta todavía más e indica que son necesarios 90 minutos de ejercicio de intensidad leve o moderada para poder reforzar las defensas mediante más producción de anticuerpos. Las pruebas se realizaron en 26 personas que recibieron la vacuna de la gripe y en 38 que recibieron la del COVID-19 de Pfizer-BioNTech, todos hicieron bicicleta estática o caminaron a paso ligero durante un periodo de una hora y media después de recibir la inyección.
Los resultados, dados a conocer en la revista Brain, Behavior and Immunity, mostraron que los que hicieron estos tipos de ejercicio justo después de la administración de las vacunas contra el COVID-19 y la gripe, produjeron más cantidad de anticuerpos en las cuatro semanas siguientes, en comparación con los que estuvieron sentados o continuaron con su rutina.
“Nuestros resultados preliminares son los primeros en demostrar que una cantidad específica de tiempo de ejercicio puede mejorar la respuesta de anticuerpos del cuerpo a la vacuna Pfizer-BioNTech COVID-19 y dos vacunas para la influenza”, ha explicado Marian Kohut, autora principal de la investigación.
De todos los participantes, casi la mitad tenían un índice de masa corporal (IMC) correspondiente a sobrepeso u obesidad. Los autores encontraron que sus hallazgos podrían ayudar a personas con distintos niveles de condición física. Durante los 90 minutos de ejercicio se debía mantener un ritmo de frecuencia cardiaca entre 120 y 140 latidos por minuto.
Los autores encontraron mejoras en los niveles de anticuerpos con 90 minutos de ejercicio físico tras la vacuna, pero no con 45 minutos
También se intentó averiguar si las personas vacunadas podrían experimentar el aumento de anticuerpos con tan solo la mitad del tiempo, es decir, 45 minutos de actividad. Sin embargo, observaron que los entrenamientos de ese tiempo no proporcionaron mejoras en los anticuerpos de los individuos inmunizados.
Y es que, los anticuerpos son muy importantes en la defensa del cuerpo, son la primera barrera que busca y destruye los virus, hongos, bacterias y parásitos. Las vacunas son las que ayudan al sistema inmunitario y le dotan de la experiencia necesaria para identificar los patógenos y responder de manera eficaz contra ellos. Pero ¿por qué el ejercicio puede mejorar estos niveles?
La respuesta que dan los autores es que hacer ejercicio físico aumenta el flujo sanguíneo y linfático, lo que propicia que las células inmunitarias circulen, y a medida que lo hacen es más probable que detecten cualquier anomalía en el organismo. También se hicieron pruebas en ratones en las que se obtuvieron resultados similares, además de indicar que el interferón alfa –un tipo de proteína– generado durante el ejercicio ayudaba a producir anticuerpos y células T específicas contra el virus.
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