Cada minuto de la vida es irremplazable. Así lo creo. Y aunque suene contradictorio, vivimos sumergidos hoy en un océano profundo de incomunicación humana desde que nos trepamos en el fascinante tren de la supremacía tecnológica. Los rieles de ese ecosistema digital nos han puesto cerquita, tan solo con un clic y en tiempo real, de aquellos que están a millones de kilómetros, pero alejado inevitablemente de quienes tenemos cerca.
Y si bien sabemos que el desafío del control de ese acelerador depende de nosotros mismos y nuestra supra conciencia; la realidad virtual se impone sin miramientos y poco a poco nos está desconectando del abrazo y el encuentro familiar en la mesa, disfrutar de un buen café y charlar con los amigos, socializar en un pícnic o ejercitarse en grupo en una caminata en el pulmón vegetal de Caracas: El Ávila.
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Porque estar
“En Línea” y compartir con nuestra aldea 2.0 se ha convertido en una imperiosa prioridad. Y vaya que son adelantos sociales extraordinarios. El simple hecho que podamos tener en estos tiempos presencia en el escenario global, gracias a la democratización del uso del internet como derecho humano según la
ONU, y que se nos permita no solo comunicarnos, sino también acceder a avances maravillosos como la neurociencia, es algo que jamás será discutible.
Lo que sí es debatible y como periodista y hombre de medios lo pongo en la mesa, es el uso que los seres humanos le estamos dando a la herramienta y el rol de la familia en ello. Insisto no es una contra, es un llamado responsable a orientar el debate filosófico, ético y humano hacia la búsqueda de lo bueno y cómo todo ese andamiaje vertiginoso de la revolución digital, nos va a impactar a todos por el resto de nuestros días y donde hoy, incluso, ya se habla de la posibilidad que podamos hacer vida en Marte, pero eso es tema para otro artículo.
Lo que sí sabemos es que en esa
frecuencia en la que estamos navegando, la Inteligencia Artificial tiene un protagonismo estelar. Por ello comulgo con líderes empresariales como la
CEO del Grupo Cisneros, Adriana Cisneros, quien en días recientes en una entrevista al diario
El País de España, manifestó precisamente su interés de
“invertir no en una compañía de IA per se; sino más bien entender cómo esta va a afectar la vida diaria de las personas y cómo se puede participar en esa transformación”. Pienso que por ahí es la cosa.
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Pero a pesar de toda esa vertiginosa metamorfosis, mis queridos amigos, no perdamos nunca la capacidad de mirar y ver lo cotidiano, de oler el aroma único de las flores, de cuidar la tierra donde vivimos, de valorar el agua, disfrutar el oxígeno que brindan los árboles, apreciar el canto de los pájaros y atesorar el maravilloso tino de la piel humana.
Gregorio Rojas
Licenciado en Comunicación Social | USM
Especializado en Imagen Corporativa
Presidente del Instituto de Previsión Social del Periodista, IPSP (2024-2026).
Reportero de Noticias Venevisión
Instagram: @esotillo