Ciertamente la tecnología avanza a pasos para favorecer a las personas en todos los sentidos y, en el caso de las mamografías, se requiere, adicionalmente de una atención personalizada con alta calidad humana.
A través del tiempo las mujeres, en general, han demostrado dolor que generaba la compresión a la mama, a la hora de hacerse la mamografía. Afortunadamente, este reparo se ha reducido mucho con el surgimiento del Senographe Pristina, un equipo de última generación que viene a aliviar la experiencia y tiene atributos que lo hacen más preciso, efectivo y menos traumático.
Juan Hernández, egresado de la Universidad Central de Venezuela, UCV, y Sarah Urdaneta, egresada de la UCV, admiten los beneficios que genera una mamografía en 3D o tomosíntesis y coinciden en que la calidad de la atención humana influye en la disposición y tranquilidad de la paciente al hacerse una mamografía.
Juan Hernández es del criterio de que las unidades diagnósticas las enriquecen los radiólogos, según su actitud y disposición para dar una atención especial a la persona que se va a examinar y la información que va a suministrar al médico tratante. “Es fundamental que el radiólogo sea empático, que hable, pregunte e interrogue a la persona a quien va a hacer la mamografía. Hay que humanizar la radiología porque es lo que quiere el paciente”.
Por su parte, Sarah Urdaneta sostiene que la mujer siempre va a sentir algo de temor, por el tipo de examen que se va a realizar, por duda a que se le consiga algo. “El técnico o médico radiólogo debe tener un trato adecuado y evitar maltratar a la paciente. Siempre va a molestar algo, pero si el tecnólogo es suave y amable, la va a afectar menos”.
En el ámbito tecnológico, Urdaneta es del criterio de que existen buenas razones para apreciar la capacidad de reconstruir imágenes de tomosíntesis mamaria en 3D, con una calidad de imagen excepcional con la misma dosis que se emplea en la mamografía estándar en 2D.