Lo primero que se debe plantear, antes de cualquier explicación es si realmente sabes qué es una herida, una quemadura y un hematoma.
Una herida es una lesión que se produce en el cuerpo, generalmente por golpes o desgarros en la piel. Cuando nos hacemos una herida, corremos el riesgo de que, a través de ella, entren microorganismos y produzcan una infección.
¿Y una quemadura? Suelen ser habituales en el ámbito doméstico, muchas veces ocasionadas al cocinar o planchar. Cuando esto ocurre, es recomendable enfriar la quemadura con agua corriente fría durante al menos quince minutos y, posteriormente, desinfectar la quemadura con un antiséptico, preferiblemente en forma de gel, que contribuirá a refrescar la zona.
Para evitar la infección de la quemadura, se debe cubrir la herida, aplicar cremas o pomadas, que mantengan la humedad de la zona y favorecen una correcta cicatrización, aliviando las molestias que provoca la quemadura.
¿Y los hematomas? Un hematoma es una acumulación de sangre en los tejidos superficiales o profundos causada por la rotura de uno o varios vasos capilares tras un golpe.
Los hematomas subcutáneos son los más frecuentes y se caracterizan por una hinchazón dolorosa y un color azulado. Para tratarlos basta con mojar la zona afectada con agua fría después de la contusión y aplicar después un gel o pomada que favorezca la circulación de la sangre.
Es fundamental conocer cómo auto cuidarnos para así, prevenir problemas mayores. La Asociación para el Autocuidado de la Salud (anefp) ha lanzado una serie de consejos a través de un vídeo, que trata de concienciarnos de las pautas que se han de seguir para curar pequeñas heridas:
Si la herida sangra, el primer paso es detener la hemorragia presionando una gasa sobre la lesión.
Una vez que la herida deja de sangrar, se debe limpiarla, con agua y jabón suave, desde el centro hasta los bordes.
Si la herida tiene cierta profundidad, es recomendable limpiarla con suero fisiológico y siguiendo el mismo procedimiento.
Una vez que la herida está limpia se aplica un producto antiséptico (agua oxigenada, alcohol, povidona yodada, soluciones de mercurocromo y preparados a base de clorhexidina) para evitar que se infecte.
Para proteger la herida y evitar que vuelva a abrirse e infectarse, se cubre con un apósito. Para magulladuras y roces producidos por caídas (muy habituales en niños), es mejor cubrir con apósitos con hidrocoloides, que evitan la infección, y reducen los tiempos de cicatrización y permiten el baño.
En el caso de los hematomas, lo más adecuado después de la contusión, es mojar la zona afectada con agua fría y aplicar un gel o pomada que favorezca la circulación de la sangre y la reabsorción del hematoma.
Ante una quemadura leve es recomendable enfriar la piel bajo el grifo de agua fría durante 15 minutos y, posteriormente, desinfectarla con un antiséptico, preferiblemente en forma de gel, para que refresque la lesión.
Recuerda que es importante disponer en el botiquín casero de material básico para curar heridas leves como gasas, apósitos, antiséptico, esparadrapo y suero fisiológico. No olvides incluirlo también en tu botiquín de viaje.
EFE