Tener la presión arterial alta, lo que se conoce por hipertensión, es un problema cada vez más frecuente. Ante esta circunstancia, practicar actividad física y evitar el sedentarismo, así como controlar la alimentación reduciendo el consumo de sal, suelen ser las herramientas más prácticas que están al alcance de la mano de quien lo padece. Sin embargo, la hipertensión arterial puede tener otras consecuencias invisibles en el organismo que pasan factura, ya que se ha observado que la presión arterial alta acelera el envejecimiento óseo, tal y como confirma una nueva investigación presentada hoy en la conferencia Sesiones científicas de hipertensión 2022 de la Asociación Estadounidense del Corazón.
La presión arterial alta y la osteoporosis son enfermedades prevalentes y las personas pueden tener ambas al mismo tiempo sin saberlo, por ello, en este estudio, los investigadores examinaron la inflamación asociada con la presión arterial alta en ratones y descubrieron que podría estar relacionada con la osteoporosis. «La médula ósea es donde se producen tanto hueso nuevo como nuevas células inmunitarias. Sospechamos que más células inmunitarias proinflamatorias en la médula ósea pueden estar provocando daños en el hueso y debilitándolo», explica la autora principal del estudio, Elizabeth Maria Hennen, candidata a doctorado en ingeniería biomédica en la Universidad de Vanderbilt (EE UU).
«Al comprender cómo la hipertensión contribuye a la osteoporosis, es posible que podamos reducir el riesgo de esta última enfermedad y proteger mejor a los pacientes que, con el paso de los años, pueden llegar a sufrir fracturas por fragilidad y, con ello, tener una menor calidad de vida», asegura la autora.
En concreto, en el estudio, los investigadores compararon ratones jóvenes con hipertensión inducida con ratones mayores sin hipertensión para evaluar la relación potencial de la hipertensión con el envejecimiento óseo. La edad humana equivalente era de unos 20 a 30 años para los ratones jóvenes y de unos 47 a 56 años para los ratones más viejos. Así, un grupo de 12 ratones jóvenes (4 meses de edad) se les administró angiotensina II, una hormona que conduce a la presión arterial alta. Los ratones jóvenes recibieron 490 nanogramos/kilogramo de angiotensina II durante seis semanas, mientras que un grupo de 11 ratones mayores (16 meses) también recibió 490 nanogramos/kilogramo de angiotensina II durante seis semanas. Por su parte, dos grupos de control de 13 ratones jóvenes y 9 ratones viejos recibieron una solución tampón que no incluía angiotensina II y estos ratones no desarrollaron presión arterial alta
Pues bien, después de seis semanas de seguimiento, los investigadores analizaron los huesos de los ratones de los cuatro grupos mediante tomografía computarizada micro, una técnica de imagen avanzada. La salud ósea se determinó por la fuerza y la densidad del hueso. Se usaron algoritmos matemáticos para estimar los efectos potenciales de la hipertensión y el envejecimiento en la microestructura y la fuerza del hueso en los ratones. En comparación con los ratones jóvenes sin hipertensión, los ratones jóvenes con hipertensión inducida tuvieron una reducción significativa del 24% en la fracción de volumen óseo, una reducción del 18% en el grosor del hueso trabecular similar a una esponja ubicada al final de los huesos largos, como fémures y la columna vertebral, y una reducción del 34% en la fuerza de falla estimada, que es la capacidad de los huesos para resistir diferentes tipos de fuerza.
«La fuerza de falla se traduce en huesos más débiles. En la columna vertebral, la debilidad de los huesos puede provocar fracturas vertebrales con el paso de los años», asegura Hennen. Por el contrario, los ratones mayores que recibieron la infusión de angiotensina-II no exhibieron una pérdida ósea similar. Sin embargo, durante el estudio, los ratones viejos, con o sin presión arterial alta, exhibieron una calidad ósea reducida similar a la de los ratones jóvenes hipertensos. «En estos ratones, ser hipertensos a una edad más temprana esencialmente envejeció los huesos como si fueran 15-25 años humanos mayores», concluiye Hennen.
Con información de La Razón