Que cada persona responda de forma diferente a un mismo fármaco no es algo nuevo: puede influir su edad, su género, el tipo de patología, su estado nutricional o la toma de otros medicamentos. Pero también afecta su perfil genético. Por eso la farmacogenética y la farmacogenómica aplicadas a la practica clínica permiten evaluar las respuestas de los pacientes a los tratamientos contribuyendo así a la medicina personalizada de precisión
Pero para estar totalmente implantadas en las consultas médicas, la farmacogenética y la farmacogenómica se enfrentan a una serie de retos, como recoge el “Informe Anticipando: Farmacogenómica, el camino hacia la personalización del tratamiento” elaborado por el Observatorio de Tendencias en la Medicina del Futuro de la Fundación Instituto Roche.
Se estima que hasta en un tercio de los casos la variabilidad en la respuesta a fármacos se debe a la presencia de variantes genéticas comunes denominadas polimorfismos.
Así, tanto la farmacogenética como la farmacogenómica estudian la posible relación entre la variabilidad genética y la respuesta a los fármacos. ¿Pero qué las distingue?
A partir de ese conocimiento es posible el diseño de nuevas formulaciones que mejoren la eficacia de los medicamentos y reduzcan su toxicidad, así como adaptar la terapia, el tipo de fármaco y el régimen de dosificación, a las características específicas de cada paciente.