Estados Unidos sobrepasó este viernes las 50.000 muertes a causa del coronavirus, cifra que dobla las escalofriantes estadísticas de Italia, el país más golpeado en Europa por la pandemia, en medio de unas polémicas declaraciones del presidente Donald Trump que sugirió el uso de desinfectantes para tratar COVID-19.
El mismo día en que el estado de Georgia se convirtió en uno de los primeros en reabrir parcialmente su actividad económica después del confinamiento para atajar la expansión de la enfermedad, el recuento de la Universidad Johns Hopkins reveló que Estados Unidos alcanzó los 880.112 contagios, lo que supone alrededor del 32 % de los casos en el mundo.
La controversia de los desinfectantes
Aun así, la jornada estuvo marcada por la polémica originada por Trump, tras unas declaraciones suyas el jueves, donde insinuaba que inyectarse desinfectante en el cuerpo podría servir para tratar la enfermedad.
«Yo veo que el desinfectante, que lo noquea (al coronavirus) en un minuto, un minuto, y si hay una forma de hacer algo como eso inyectándolo adentro (del cuerpo), casi como una limpieza», aventuró el gobernante en la rueda de prensa diaria del grupo trabajo de la Casa Blanca del coronavirus.
Rápidamente la firma británica Reckitt Benckiser, que fabrica el desinfectante Lysol, muy popular en EE.UU., y numerosos médicos y científicos se apuraron este viernes en advertir al público de que no ingiera o se inyecte este tipo de productos.
En un comunicado Reckitt Benckiser dejó en claro que, bajo ninguna circunstancia, sus productos desinfectantes «han de administrarse dentro del cuerpo humano (sea por inyección, ingestión o cualquier otra vía)».
Este comunicado, explicó la empresa, se dio en respuesta a «recientes especulaciones y actividades en los medios sociales».
Por su parte, el facultativo Craig Spencer, especializado en salud global en el Centro Médico de la Universidad de Columbia, en Nueva York, dijo al diario The Washington Post que le preocupa «que muera gente por esto».
«Habrá quienes piensen que es una buena idea», lamentó.
Hasta la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, aludió al tema en una rueda de prensa: «No hay dinero para la Oficina Postal; en cambio, inyecta Lysol en tus pulmones», señaló irónica.
En declaraciones a los periodistas este viernes, el propio Trump alegó que estaba hablando «sarcásticamente» cuando sugirió que las inyecciones con desinfectante podrían ser un tratamiento contra el coronavirus.
«Estaba haciendo una pregunta sarcásticamente a los reporteros como usted, simplemente para ver qué ocurriría», explicó Trump al ser preguntado por esa afirmación durante un acto en la Casa Blanca, en el que firmó un nuevo plan de rescate de casi 500.000 millones de dólares para ayudar a hospitales y empresas frente al coronavirus.
«Eso fue lo que mencioné y pensé que estaba claro», argumentó el mandatario, sin precisar de dónde había sacado la idea.
El diario británico The Guardian reveló este viernes que Mark Grenon, el líder de un grupo estadounidense que vende lejía como «cura milagrosa» frente al coronavirus, escribió esta semana una carta a Trump en la que le decía que el dióxido de cloro -un tipo de lejía de uso industrial- es «una desintoxicación maravillosa que puede matar el 99 % de los patógenos del cuerpo» y agregaba que podría servir para acabar con el COVID-19.
Según el rotativo, Grenon está considerado como el «obispo» de Genesis II, un grupo con sede en Florida que asegura que es una «iglesia», pero que en realidad es el mayor productor y distribuidor de lejía de dióxido de cloro como «cura milagrosa».
EFE