Barbed Isusi, ginecólogas y obstetras de la Clínica Gine-3 de Barcelona; dos médicas que viven y han vivido situaciones socioculturales muy diferentes, pero que están unidas por una misma pasión: la calidad de vida de la mujer y su futuro bebé.
“Cuando yo estudié la carrera de Medicina -dice la Dra. Sala Salmerón- lo único me enseñaron sobre la alimentación de la mujer embarazada fue que no debía comer por dos… pero hoy en día, la nutrición de la gestante es un aspecto fundamental para evitar posibles defectos congénitos o malformaciones a nivel cognitivo en el feto”, complementa la Dra. Barbed Isusi.
La nutrición de la mujer embarazada y su bebé
Una dieta sana y equilibrada durante el embarazo debe satisfacer la nutrición de la mujer, teniendo en cuenta su entorno sociocultural; debe favorecer el desarrollo fetal de forma adecuada, según cada etapa de la gestación; debe preparar el organismo materno para el parto; y debe garantizar la reserva energética para la lactancia perinatal.
Tanto es así, también en estos tiempos convulsos en el debe del coronavirus, que las mujeres embarazadas ya “nos solicitan” una lista de alimentos que puedan comer o no en beneficio de su retoño y de su propia salud”, destaca la doctora Sala.
“Conocemos bastante bien la importancia de ingerir con la comida nutrientes cuyo déficit podría originar ciertos problemas congénitos, incluso malformaciones a nivel cognitivo en el futuro desarrollo del bebé. Subrayo la necesidad de tomar suficiente ácido fólico, sin olvidar el yodo y los ácidos grasos omega-3”, apunta la doctora Barbed.
Una alimentación inadecuada podría favorecer un defecto del tubo neural, como la espina bífida y la anencefalia, problemas congénitos del cerebro, la columna vertebral y la médula espinal. La obesidad, la diabetes y también algunos medicamentos pueden propiciar esta patología, que se desarrolla durante el primer mes de embarazo.
En la actualidad no se pone el foco en la cantidad de calorías a ingerir y su estructuración por grupos de alimentos (tantos gramos de proteínas, tantos de hidratos, etc.), sino que las recomendaciones están adaptadas a los hábitos de vida que llevaba cada mujer antes del embarazo, su forma física y la zona donde reside.
Antes del embarazo, la mujer debe mostrar un peso corporal apropiado, por lo que durante los nueve meses de gestación deberá alcanzar un peso de 9 a 12 kilogramos; una horquilla que dependerá, a su vez, de sus circunstancias vitales: serán los especialistas quienes controlen la variedad, calidad y cantidad de nutrientes.
Para ambas ginecólogas, un experto en nutrición debe formar parte imprescindible del equipo médico que controla el desarrollo de la gestación maternal.
“En la consulta no solo deberíamos realizar procedimientos rutinarios como registrar el peso, medir la tensión arterial, analizar los resultados de las pruebas serológicas -riesgo para el feto de contraer infecciones virales, bacterianas o parasitarias- o realizar pruebas diagnósticas por imagen como la ecografía, sino que se hace necesaria la aportación dietética del nutricionista”, opina la Dra. Sala.
Algunos alimentos que no se recomiendan durante la gestación del bebé
Por ejemplo, no se debe tomar leche cruda y sus derivados, lácteos sin pasteurizar, pescados, mariscos y carnes crudas o poco hechas y verduras y frutas que no estén muy bien lavadas por el riesgo de contraer listeriosis (por la bacteria Listeria Monocytogenes), que afecta gravemente al feto, aumentando la mortalidad hasta en un 50% de los casos.
Estudios recientes concluyen que si el jamón serrano ha pasado los controles de la Unión Europea y tiene al menos 10 meses de curación, el riesgo es prácticamente nulo, pero no al 100%… por lo tanto, se debe mantener la precaución.
También, se evitarán los huevos crudos y sus preparados, como las mayonesas caseras y salsas, y las comidas o sobras de comidas no pueden consumirse frías, sino que deben calentarse a más de 75ºC; y .
Además, cabe recordar que la toxoplasmosis se puede transmitir por los embutidos -carne cruda, especialmente de cerdo-, o por el consumo de aguas o vegetales contaminados, incluso por las heces de los gatos.
EFESalud