El consumo de sal conlleva graves riesgos para la salud, como mayores probabilidades de desarrollar hipertensión arterial, entre otros problemas. Miembros de la University of Alberta (Canadá) han llevado a cabo el ensayo clínico aleatorizado más grande hasta el momento en el que se analiza la bajada en el consumo de sodio en la dieta y su efecto en pacientes con insuficiencia cardiaca.
La investigación, que se dio a conocer en la revista The Lancet, analizó la salud de 806 pacientes con insuficiencia cardiaca de 26 centros médicos en Estados Unidos, Canadá, Chile, Colombia, Nueva Zelanda y México. La mitad de ellos recibió un asesoramiento nutricional que les ayudó a reducir su consumo de sodio, mientras que el resto continuó con sus hábitos alimenticios como hasta entonces.
La insuficiencia cardiaca es un trastorno en el que el corazón se vuelve demasiado débil como para bombear sangre de manera efectiva. Este problema de salud es bastante frecuente, pues se estima que afecta a unas 15 personas de cada 1.000, especialmente a partir de los 70 años, donde la cifra aumenta a 40 de cada 1.000.
Menos sal y mejor calidad de vida
Los resultados mostraron que aunque con la reducción del consumo de sodio no se consiguió que los pacientes visitaran menos los hospitales como consecuencia de la insuficiencia cardiaca, ni que disminuyesen sus probabilidades de fallecer, sí que mejoró los síntomas de la enfermedad, como la fatiga, la tos y la hinchazón, lo que se tradujo en una mejor calidad de vida.
“La regla general que aprendí de los dietistas es que cualquier cosa en una bolsa, caja o lata, generalmente tiene más sal de lo que piensas. Ya no podemos hacer una recomendación general para todos los pacientes y decir que limitar la ingesta de sodio reducirá las posibilidades de morir o de estar en el hospital, pero puedo decir cómodamente que podría mejorar la calidad de vida de las personas en general”, explicó Justin Ezekowitz, codirector del estudio.
Y es que la mayor parte de la sal que se ingiere proviene de alimentos procesados o de las comidas de restaurantes. La ingesta de sodio de los participantes antes del estudio era de 2.217 mg al día, un poco menos de una cucharadita, y el objetivo que debían cumplir los participantes era tomar 1.500 mg al día, o menos, lo que vendría siendo dos tercios de una cucharadita de sal. Esto supone la cantidad máxima recomendada por la Health Canada, tanto para pacientes con insuficiencia cardiaca, como para los sanos.
Los investigadores están entusiasmados con los hallazgos y recalcan que las personas con este problema de salud, y también las personas sanas, deben reducir el consumo de sal en los alimentos para poder así mejorar su salud y su calidad de vida, y todo ello con un simple y pequeño cambio en los hábitos alimenticios.
Con información de Webconsultas