«Romeo y Julieta» de William Shakespeare ha tenido miles de adaptaciones en sus cuatro siglos de historia, como la ópera «Capuletos y Montescos» que Vincenzo Bellini compuso en 1830 y que ahora se representa en la Ópera de Israel con un inédito giro de guion: la versión lésbica de esta trágica historia de amor, a cargo de director israelí Hanan Snir.
Esta producción, que adapta al siglo XXI el malogrado romance de los amantes de Verona, ha sido el plato fuerte de esta temporada en la Ópera de Israel, en Tel Aviv, que baja hoy el telón después de seis aplaudidas funciones desde que se estrenara el pasado 12 de agosto, con las cantantes líricas israelíes Tal Bergman y Ella Vasilevitsky en los papeles de Romeo y Julieta, respectivamente.
«Es la misma historia de amor. El amor es el mismo independientemente de que se trate de una relación hetero u homosexual. Aquí son dos mujeres enamoradas, esa es la historia», señaló en entrevista con Efe el director, Hanan Snir, minutos antes de la última representación, que se saldó con una ovación de más de cinco minutos.
Snir, un reputado director teatral israelí, ha creado una obertura que sitúa el inicio de la relación entre las dos protagonistas en la infancia, cuando ambas eran compañeras en una escuela religiosa, donde las monjas veían con recelo su vínculo cada vez más estrecho, hasta que son sorprendidas besándose por el hermano de Julieta.
La idea de convertir esa célebre historia en un amor entre dos mujeres «fue del propio Bellini», confiesa Snir, que cuando escribió la ópera concibió el papel de Romeo para una mezzosoprano, en lo que se conocía como un «trousers role» (papel de pantalones), es decir, que una cantante representaba el papel masculino, vestida de hombre pero cantando en una tonalidad de mujer.
«Entiendo que en los tiempos de Bellini no podían ser dos mujeres. Pero pensé que hoy en día, en el siglo XXI, tener dos voces de mujer y fingir que una es un hombre, era ridículo», argumentó Snir, que recuerda que ya Shakespeare en el siglo XVI jugaba a disfrazar a los actores en papeles de diferente sexo.
En esa versión, Romeo viste como un hombre en gran parte de la obra, ya que se tiene que disfrazar de militar, camarero o monja, para poder ver a escondidas a su amada Julieta. Es solo al final cuando ambas mueren vestidas de blanco nupcial, antes de casarse en secreto, disparándose en el estómago.
«Creo que en general la recepción ha sido muy positiva», apuntó Snir, consciente de que ayuda representarla en Tel Aviv, la ciudad más liberal de Israel y capital LGTBI de la región.
En el libreto original de Shakespeare, la trama se centra en el amor prohibido entre Julieta, hija de una noble familia en la Verona del siglo XIII, y Romeo, vástago de una familia rival, los Montesco; una de las historias más conocidas de la cultura occidental, un idilio secreto que termina en un error mortal.
Pero en esa versión, ambientada en la época contemporánea, Romeo además de ser mujer, es la líder de un grupo de «pandilleros liberales», los Montescos, enfrentado a los Capuletos, la conservadora familia de Julieta, cuyo patriarca es un poderoso y estricto militar con un ejército de acólitos. Estos quieren vengar la muerte de su hijo mayor, fallecido en un error de cálculo de Romeo cuando las jóvenes amantes fueron sorprendidas besándose.
«Es un papel que contiene fuego y pasión y por eso me encanta. El hecho de que sea mujer es lo más, hace el papel mucho más relevante», indicó a Efe Tal Bergman, la cantante que interpreta a Romeo.
La artista admitió que al principio pensó que Snir se había vuelto loco al ofrecerle este papel, pero luego entendió la fuerza del personaje: «Al final es el mismo personaje, todo funciona perfectamente igual. No importa que sea mujer, es un giro muy interesante».
EFE