Grupos contra el tráfico de animales celebraron este miércoles la decisión de China de prohibir el comercio y consumo de fauna salvaje a raíz del brote del nuevo coronavirus y llamaron al resto de la región a suprimir unos mercados que suponen una «bomba de relojería».
El parlamento chino tomó la decisión este lunes después de que se relacionara el brote de COVID-19 con un mercado de Wuhan, epicentro de la epidemia, y de que varios expertos identificaran a los murciélagos como origen del virus y a los pangolines, una de las especies más explotadas por el tráfico, como puente a los humanos.
Steve Galster, presidente de Freeland, una de las organizaciones que lidera la lucha contra el tráfico de animales, dijo hoy que el coronavirus ha contribuido a que se tome conciencia sobre el comercio ilegal de animales pero alertó de que la decisión de Pekín no será suficiente.
«Esto lo cambia todo y a mejor. China merece el elogio por cerrar una industria de 7.000 millones de dólares», aseguró Galster en Bangkok al presentar un informe de la organización sobre la evolución de este tráfico ilegal.
«Pero el problema va más allá de China. Los mismos sindicatos que abastecen Wuhan hacen lo mismo con otros mercados de la región. Tenemos la región llena de bombas de relojería», añadió.
Galster señaló que las redes de tráfico operan con los mismos animales y en las mismas condiciones en países como Indonesia, Tailandia, Vietnam, Laos y Birmania (Myanmar), donde el comercio de fauna está «fuera de control».
La falta de recursos de las fuerzas de seguridad y las leves penas que se imponen a los traficantes son algunas de las causas que obstaculizan la lucha contra este comercio ilegal, según el informe elaborado por Freeland y ACET, organización dedicada al análisis de datos para combatir el tráfico.
Por ello, el informe llama a reforzar los mecanismos de colaboración entre los países de la región y a potenciar el frente judicial contra los traficantes más allá de las leyes de fauna para procesarles también por lavado de dinero, evasión de impuestos o corrupción.
Las carnes exóticas y el uso de partes como huesos, escamas o cuernos en la medicina tradicional alimentan un comercio ilícito valorado en miles de millones de dólares, que ha puesto en peligro o al borde de la extinción a diversas especies.
Varios expertos también han relacionado varias especies de fauna salvaje, en especial los murciélagos, como origen de algunas enfermedades víricas, incluido el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), el ébola o la gripe aviar.
Stanley Fenwick, del programa de emergencias por pandemia de USAID, destacó que en los últimos 40 años ha habido un aumento de enfermedades infecciosas con origen en la fauna salvaje y alertó del riesgo que supone su comercio.
«No tenemos el mismo conocimiento de la fauna salvaje que de los animales domésticos. No sabemos lo que hay ahí fuera hasta que nos encontramos con un brote», señaló.
EFE