La inflación en Argentina desaceleró en julio pasado al 4 % mensual, la menor tasa registrada desde enero de 2022 y muy lejos de la fiebre de precios vivida a finales de 2023, aunque aún no logra el ‘número mágico’ al que apunta el Gobierno de Javier Milei, que es el 2%.
Según informó el
Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el índice de precios al consumidor (IPC) se situó en julio en el 263,4 % en comparación con igual mes de 2023, su tercera desaceleración interanual consecutiva.
En tanto, en el séptimo mes del año, los precios al consumidor crecieron un 4 % en comparación con junio, evidenciando una desaceleración con respecto a la tasa mensual del 4,6 % que se había registrado en el sexto mes.
De hecho, el índice mensual de julio es el más bajo desde enero de 2022, cuando la variación mensual fue del 3,9 %, y está muy por debajo de las tasas registradas en diciembre (25,5 %) y enero (20,6 %) pasados, cuando Argentina, según Milei, estuvo al borde de una hiperinflación.
«La inflación de julio es un gran dato para el Gobierno, teniendo en cuenta que no sólo se trata del más bajo de la Administración actual, sino que también es la inflación mensual más baja en desde enero de 2022. La desaceleración también se observa en la variación anual, que bajó por tercer mes consecutivo», dijo a EFE Lautaro Moschet, economista de la Fundación Libertad y Progreso.
Tendencia descendente de los precios
Tras el cimbronazo de la súbita devaluación del peso argentino dispuesta por el Gobierno de Milei apenas iniciar su gestión, en diciembre de 2023, y el impacto de sus primeras medidas de ‘shock’, los precios iniciaron una tendencia descendente como resultado de un fuerte ajuste fiscal y monetario y un derrumbe del consumo que aplastó la demanda.
La moderación de los precios fue más evidente desde mayo, cuando la política de «emisión cero» del Gobierno comenzó a dar réditos.
Primero, a la par de una drástica reducción del gasto público en términos reales, eliminó la financiación del Banco Central al Tesoro. Luego, redujo la emisión monetaria para afrontar los pasivos remunerados del Banco Central.
Y en julio puso en marcha la ‘fase 2’ del plan de estabilización económica, cerrando también el grifo de la emisión monetaria para comprar dólares en el mercado oficial.
El objetivo es lograr la «expansión cero» de la base monetaria amplia, y, así, domar la inflación, que por años ha sido uno de los peores lastres de la economía argentina.
Devaluación mensual
Milei ha dicho en varias ocasiones que lograr que la tasa mensual de inflación converja con el ritmo de devaluación mensual del 2 % del tipo de cambio oficial es una de las tantas condiciones para cumplir con su promesa de levantar definitivamente el ‘cepo’, el enjambre de restricciones cambiarias que, desde hace años, complica la vida económica del país.
Desde el Gobierno se han mostrado confiados en lograr un índice del 1 % en septiembre próximo, pero los expertos privados que mes a mes consulta el Banco Central para su informe de expectativas no son tan optimistas: las tasas mensuales no serán inferiores al 3,7 %, con una inflación acumulada en 2024 del 127,4 %.
Estos pronósticos, en parte, dan por descontado que los aumentos de tarifas de servicios públicos desde agosto en adelante tendrán sí o sí impacto en el índice de inflación.
«El Gobierno de Argentina avisó que para septiembre el dato estaría más cercano al 1 % que al 2 %, lo cual, aun manejando la presión cambiaria, no cierra con los anuncios de subas en precios regulados», apuntó en un informe la consultora EcoGo.
Moschet coincide con la idea de que la inflación será en agosto más alta que la de julio por los aumentos de precios regulados, aunque cree que en septiembre, si el Gobierno cumple con su promesa de bajar el impuesto que pesa sobre las importaciones, ese descenso puede trasladarse a un retroceso de los precios de los bienes importados, «motivo por el cual es probable que en septiembre se vuelva a presentar una bajada en la inflación».
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