Ucrania y Rusia pidieron este domingo que el Consejo de Seguridad de la ONU aborde la matanza de civiles descubierta tras la retirada de las tropas rusas en la ciudad ucraniana de Bucha, planteando dos reuniones desde ángulos opuestos para este lunes y el martes.
El embajador ucraniano ante la ONU, Sergiy Kyslytsya, indicó en Twitter que ha pedido una reunión el martes para tratar «la agresión rusa contra Ucrania» y consideró que «cualquier guion que lean (su homólogo ruso, Vasili) Nebenzia o sus secuaces estará escrito con la sangre de los masacrados en Bucha».
«Lo que realmente necesita (Nebenzia) es releer los archivos de Nuremberg sobre los diplomáticos nazis y dimitir», agregó Kyslytsya, citando una publicación del ministro de Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, que denuncia lo sucedido en Bucha como una «masacre deliberada» del pueblo ucraniano por parte de Moscú.
No obstante, el representante adjunto de Rusia ante la ONU, Dmitry Polyanskiy, escribió horas después en un escueto mensaje en esa red social que había solicitado al máximo órgano de decisión reunirse, pero mañana lunes, «a la luz las atroces provocaciones de los radicales ucranianos en Bucha».
Kyslytsya respondió a Polyanskiy minutos después: «Una conciencia intranquila se traiciona a sí misma o si no puedes parar la reunión ya anunciada del 5 de abril, retuércela diciendo que es tuya… qué más podría esperar uno de los ‘minions’ de (Vladimiri) Putin», el presidente ruso.
El secretario general, António Guterres, se sumó hoy a la conmoción de la comunidad internacional en reacción a las imágenes de los civiles asesinados en Bucha, cerca de Kiev, y reclamó una «investigación independiente» que desemboque en una «rendición de cuentas efectiva», si bien no quiso usar calificativos.
Varios líderes europeos han condenado hoy las presuntas ejecuciones sumarias de civiles, que el presidente ucraniano Volodímir Zelenski ha considerado que constituyen genocidio, y han pedido que se investigue la comisión de posibles crímenes de guerra por parte de Rusia.
Moscú, por su parte, negó las acusaciones y afirmó que durante las semanas en que el suburbio kievita había estado bajo control ruso «ni un solo residente local sufrió acciones violentas».
EFE