Con frecuencia, enfermedad vascular y demencia coinciden en las etapas más avanzadas de ambas patologías, pero la base de esta asociación no se había estudiado a fondo. Ahora, un estudio de científicos españoles demostró que ya a mediana edad, muchos años antes de que surjan los síntomas clínicos de un problema cardiovascular, el poder cognitivo empieza a alterarse.
El hallazgo es importante porque abre la posibilidad de intervenir sobre un trastorno modificable, como la enfermedad cardiovascular, para prevenir la evolución de una patología que no tiene tratamiento, como la demencia, algo que se puede hacer desde varios ámbitos, explica a Efe Valentín Fuster, uno de los autores principales del trabajo y director del Centro Nacional español de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) donde se ha llevado a cabo este estudio, que hoy publica el Journal of the American College of Cardiology (JACC).
La primera de estas esferas, precisa, es la libertad individual porque «desde hace tiempo sabemos que se puede actuar sobre los siete factores de riesgo que dan lugar al infarto de miocardio y al cerebral: la obesidad y la presión arterial alta, la diabetes y el colesterol y el tabaco, una dieta alterada y la falta de ejercicio. Controlarlos depende de nosotros. Es una decisión individual».
Asimismo, desde el ámbito público es importante trabajar sobre la educación con estrategias que promuevan hábitos de vida saludable -como evitar el tabaco o tener una alimentación correcta- y que se conciencie a las personas de que «con ello no solo van a prevenir un infarto, sino que también van a cuidar su poder cognitivo, y eso es un mensaje muy importante», advierte el cardiólogo español.
«La sociedad tiene que empezar a entender que no se trata de morir o no morir, sino de envejecer con calidad de vida y sin merma de nuestra capacidad cognitiva», insiste.
Para el estudio -realizado en el CNIC, en colaboración con el Banco Santander y expertos en neuroimagen del centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall, el Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC)- los científicos emplearon técnicas de imagen avanzada de Tomografía por Emisión de Positrones (PET) para cuantificar el metabolismo cerebral en más de 500 participantes con una edad media de 50 años y sin ningún síntoma, pero con placas de aterosclerosis en las arterias.
En total, el Estudio PESA-CNIC-Santander incluye a más de 4.000 personas asintomáticas de mediana edad en las que desde 2010 se vigila la presencia y desarrollo de aterosclerosis subclínica, enfermedad inflamatoria crónica que favorece la acumulación de grasa en las paredes de los vasos sanguíneos y que genera coágulos, principal causa del infarto agudo de miocardio.
La investigación -dirigida por Marta Cortés Cantelli, del CNIC- confirmó que, en edades tempranas y muchos años antes de cualquier manifestación clínica, cuando hay aterosclerosis u otros factores de riesgo cardiovascular, se produce un menor metabolismo cerebral.
«Hemos visto que un mayor riesgo cardiovascular en individuos de mediana edad, aparentemente sanos, se asociaba a un menor metabolismo cerebral en zonas parieto-temporales implicadas en funciones como la memoria espacial y semántica y distintas formas de aprendizaje», explica Cortés Cantell.
Entre los factores de riesgo cardiovascular más implicados con la reducción en el metabolismo cerebral, los investigadores determinaron que la hipertensión era el más relevante, aunque también observaron que una mayor cantidad de placa de aterosclerosis en las arterias carótidas que suministran sangre al cerebro estaba asociada a un menor metabolismo en áreas cerebrales íntimamente relacionadas con el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.
Aunque de momento este trabajo solo demuestra la disminución metabólica del cerebro, «nuestra hipótesis es que los factores de riesgo alteran las arterias pequeñas del cerebro, lo que disminuye el flujo cerebral de sangre y el metabolismo de las neuronas y altera el poder cognitivo», avanza Fuster.
Para validar este concepto, el próximo paso del estudio será investigar si los individuos del PESA, con aterosclerosis subclínica en las carótidas y un metabolismo cerebral reducido con 50 años, muestran deterioro cognitivo dentro de diez años.
No obstante, el grupo de estudio de Fuster en Nueva York, cuyos pacientes tienen entre 65 y 70 años, parece que ya está validando esta hipótesis.
EFE