Aunque las mascarillas quirúrgicas reducen el riesgo de contagio de infecciones respiratorias como el nuevo coronavirus, su uso no se recomienda a personas sanas en la vida cotidiana. Sólo están justificadas en personas que tienen una infección respiratoria para no contagiar a otros, y en el personal sanitario o familiares que atienden a estos pacientes para no contraer la infección.
Esta es la recomendación que hacen la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Centro de Prevención y Control de Enfermedades de Europa y el de Estados Unidos y médicos especialistas en infecciones consultados por La Vanguardia ante la extensión de la epidemia de Covid-19 causada por el nuevo coronavirus.
La recomendación se basa en los estudios científicos que han evaluado la utilidad de las mascarillas, y que han demostrado su eficacia en hospitales y en personas que atienden a enfermos en entornos cerrados, pero no en otros lugares.
Riesgo de desabastecimiento
La OMS alerta: si todo el mundo las usa, faltarán en los hospitales, donde son más necesarias
Un uso masivo de mascarillas por parte de la población, además, provocaría un déficit de mascarillas en los hospitales, precisamente donde es más alto el riesgo de contagio. “En lugar de ayudar a contener el virus, facilitaría su propagación”, advierte Benito Almirante, jefe del servicio de enfermedades infecciosas en el hospital Vall d’Hebron de Barcelona.
Pese a estas recomendaciones, en regiones afectadas por el coronavirus como el norte de Italia y Corea del Sur miles de ciudadanos han ido a las farmacias para hacer acopio de mascarillas, informa Bloomberg.
Los múltiples modelos de mascarillas existentes se agrupan en dos tipos principales. Por un lado, los respiradores, especialmente diseñados para proteger a quien los lleva, ya que evitan la entrada de sustancias tóxicas o agentes patógenos. Por otro, las mascarillas quirúrgicas, diseñadas para proteger a las personas del entorno, ya que evitan la salida de patógenos respiratorios como el virus de la gripe o el coronavirus.
Aun así, “ofrecen una cierta protección también para quien los lleva si se utilizan correctamente, ya que evitan la entrada de gérmenes”, explica Almirante. Tecnológicamente más sencillas que los respiradores, y más baratas, las mascarillas quirúrgicas se han convertido en la imagen icónica de la epidemia del coronavirus.
Con la mascarilla no basta
Sólo reduce el riesgo de infección si se combina con una correcta higiene de manos
“Las mascarillas no están sujetas a regulación, no ofrecen un cierre aislante alrededor de la cara y varían ampliamente en tipos y calidades”, señalan especialistas de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) en un artículo en el que se resumen las evidencias científicas sobre las mascarillas dentro y fuera de hospitales. Publicado en la revista British Medical Journal a partir de la experiencia acumulada durante la pandemia de la gripe A del 2009, el artículo concluye que las mascarillas ofrecen protección a personas que conviven con portadores de infecciones respiratorias, pero sólo si se utilizan correctamente, desde los primeros días de la enfermedad y se combinan con una adecuada higiene de manos.
El nivel de protección nunca es absoluto. Oscila entre un 18% registrado en Manhattan (lo que significa que sólo se evitaron aproximadamente uno de cada cinco contagios) y alrededor de un 70% registrado en Hong Kong y en Australia (donde se evitaron siete de cada diez contagios).
Con información de La Vanguardia.