Herramientas innovadoras para combatir la ceguera emergen desde la Universidad Complutense de Madrid, donde un equipo de investigadores, en colaboración con expertos internacionales, ha logrado desarrollar la primera retina artificial biohíbrida.
Este dispositivo pionero, que combina la fibroína de seda con células retinianas, representa un avance significativo en la búsqueda de tratamientos para la ceguera causada por la degeneración macular asociada a la edad (DMAE).
La DMAE, una enfermedad neurodegenerativa que afecta principalmente a personas mayores de 65 años, se caracteriza por la disminución gradual de la visión, pudiendo culminar en la ceguera en sus etapas más avanzadas. Esta afección, de etiología compleja, impacta a más de 196 millones de individuos a nivel global, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), convirtiéndose en un desafío de salud pública de gran magnitud.
La ingeniería de esta retina artificial se basa en la utilización de materiales extremadamente delgados elaborados con fibroína de seda, un componente biocompatible con los tejidos humanos, minimizando así el riesgo de rechazo.
Adicionalmente, estos materiales se encuentran recubiertos por un gel protector que asegura su integridad durante el procedimiento quirúrgico y facilita su supervivencia e integración en el tejido ocular circundante tras el trasplante.
Un componente clave de esta retina trasplantable son las células mesenquimatosas, células madre naturales con la capacidad de diferenciarse en diversos tipos celulares.
Esta característica les confiere un potencial regenerativo importante, contribuyendo a la funcionalidad y adaptación de la retina artificial en el entorno biológico del ojo.
Las pruebas iniciales de esta innovadora retina se llevaron a cabo en un ambiente controlado in vitro, con el objetivo de evaluar las propiedades del material biohíbrido diseñado para reemplazar retinas afectadas por DMAE.
Los resultados obtenidos han sido prometedores, demostrando que la retina artificial cumple con los estándares necesarios para su potencial utilización en procedimientos con seres humanos. Sin embargo, los investigadores enfatizan la necesidad de estudios adicionales para obtener la aprobación regulatoria y avanzar hacia las pruebas clínicas.
Con información de: EFE