En la esfera angloparlante del internet, se emplea el término brainrot (traducido como podredumbre cerebral) para referirse al deterioro intelectual causado por el consumo excesivo de material virtual considerado banal o pobre.
Al respecto, el diario británico The Guardian recientemente citó una ingente cifra de estudios académicos efectuados por instituciones como la Facultad de Medicina de Harvard, Estados Unidos; la Universidad de Oxford y el King’s College de Londres, ambas de Reino Unido, los cuales confirman que dicha tendencia impacta negativamente la cognición.
La evidencia demuestra que las redes sociales causan una reducción en la materia gris, acortan la capacidad de atención, debilitan la memoria y distorsionan procesos cognitivos fundamentales.
Al respecto, el investigador de psicología, Michoel Moshel, adscrito a la Universidad de Macquarie, Australia, advirtió que el consumo compulsivo de contenido en redes sociales, denominado doomscrolling en inglés, “aprovecha la tendencia natural de nuestro cerebro a buscar novedades, especialmente cuando se trata de información potencialmente dañina o alarmante».
Moshel acotó que el doomscrolling puede causar que las personas se fijen en un ciclo de consumo de contenido durante horas.
“Esto puede afectar gravemente la atención y las funciones ejecutivas al saturar nuestro enfoque y alterar la forma en que percibimos y reaccionamos ante el mundo”, aseveró el académico.
Por su parte, el psicólogo clínico del Hospital La Paz de Madrid, España, Eduardo Fernández Jiménez, explicó que el cerebro activa diferentes redes neuronales para configurar distintos tipos de atención, y la atención sostenida es la más afectada por los celulares.
Causa adicción psicológica
“Te permite concentrarte en una misma tarea durante un período de tiempo más o menos largo. Es la que está vinculada a los procesos de aprendizaje académico”, afirmó Fernández. Según lo establecido previamente, el abuso de internet se asocia a una disminución de la materia gris en la región prefrontal del cerebro, especializada en la resolución de problemas, la regulación emocional, la memoria y el control de los impulsos. “Estos cambios reflejan patrones observados en las adicciones a sustancias”, aseguró Moshel en otra instancia.
Asimismo, “estos cambios neuroanatómicos en adolescentes coinciden con la interrupción de procesos como la formación de identidad y la cognición social, aspectos críticos durante esta etapa del desarrollo”, advirtió un estudio liderado por Moshel.
Además, un análisis publicado en la revista científica Nature reveló que las personas con salud mental deficiente presentan mayor predisposición a consumir contenido virtual banal, lo que agrava aún más sus síntomas.
Recomendaciones para el doomscrolling
El psicólogo adscrito a la Sociedad Española de Psicología, Carlos Losada, compartió una serie de recomendaciones para evitar el doomscrolling o, específicamente: reconocer el problema, esforzarse por desconectar y realizar actividades que requieran una presencia física, como reunirse con amigos o practicar deportes. Al respecto, Moshel informó que “estas actividades son fundamentales para la salud cerebral y el bienestar general, ayudando a equilibrar los efectos potencialmente dañinos del uso prolongado de pantallas”.
“Concéntrese tanto en la calidad como en la cantidad del tiempo frente a la pantalla. Priorice el contenido educativo que evite características adictivas. Establezca límites claros y apropiados para la edad sobre el uso diario de pantallas y fomente pausas regulares”, añadió.
Con información de: ABC