Pensar que sólo con el cepillado es suficiente es el error más frecuente que cometemos, pero hay otros hábitos erróneos en la limpieza bucal que tienen que ver con el tipo de cepillo empleado, la técnica o el momento en el que se lleva a cabo.
En los últimos años, la prevalencia de las enfermedades periodontales no ha sufrido cambios significativos. Y esto puede deberse, entre otras razones, a que sigue fallando el factor clave: la prevención, basada en la adopción de unos correctos hábitos de higiene bucodental, siendo el cepillado de dientes el más básico, fundamental e imprescindible.
La periodoncista Regina Izquierdo, directora de la revista Cuida tus Encías de la Sociedad Española de Periodoncia y Osteointegración (SEPA), analiza los 10 errores más frecuentes del cepillado:
Algunas personas creen que al realizar un cepillado más vigoroso están limpiando mejor. Sin embargo, esta mala costumbre (cepillado traumático) puede dañar de manera irreversible el diente, produciendo un desgaste del mismo y una pérdida de encía, dejando expuesta parte de la raíz.
En este aspecto también es más importante la calidad que la cantidad. Si bien lo recomendable es cepillarse después de cada una de las comidas principales, es imprescindible emplear al menos 2 minutos en realizar dicha tarea. Por término medio, se suelen emplear entre 30 a 40 segundos en cepillarse los dientes, tiempo insuficiente si tenemos en cuenta que tenemos 32 dientes y que hay que arrastrar la placa de las diferentes superficies dentarias.
Si el cepillo está muy desgastado, se pierde el redondeado final de las cerdas y, además, éstas se abren. Esto hace que el cepillado sea menos eficaz e incluso que pueda dañar dientes y/o encías. Lo recomendable es cambiar el cepillo dental cada 3 a 4 meses, y lo mismo se debe hacer con los cabezales de los cepillos eléctricos. Así mismo, otro error frecuente con el cepillo dental parte de su conservación; es un error no limpiarlo en profundidad tras su uso y no secarlo, metiéndolo de inmediato en el capuchón de plástico, lo que favorece el crecimiento y la proliferación de bacterias en su interior.
Los cepillos con cerdas duras desgastan dientes y encías, y peor aún si se ejerce una fuerza excesiva durante el cepillado. Por lo general, se recomienda cepillos de dureza media, y suaves en caso especiales (encías finas, casos de hipersensibilidad dental o gingival, presencia de recesiones o raíces expuestas).
Si bien no hay evidencia de que el diseño del cepillo influya de manera significativa en el resultado del cepillado y que, en teoría, el mejor cepillo de dientes es el que se usa de la manera adecuada, en la práctica es cierto que con cepillos de cabezal pequeño se facilita el acceso a las zonas más posteriores, aquellas con difícil acceso o cuando los dientes están apiñados. También son muy útiles para cepillar la cara interna de molares inferiores en casos de náuseas durante el cepillado.
Es muy habitual cubrir toda la superficie del cepillo con pasta dentífrica. Esto es totalmente innecesario, principalmente porque gran parte del producto se desperdicia y se pierde por el desagüe. Según la edad, hay que ir variando la cantidad de pasta empleada en cada cepillado, pasando del equivalente a un grano de arroz en los más pequeños al de un garbanzo en adultos. Además, no por poner más pasta o hacer más espuma estamos limpiando mejor. Incluso, en aquellas personas especialmente predispuestas, puede aumentar la sensación de náusea.
Si bien no hay una técnica de cepillado que sea ideal para todos y asumiendo que lo correcto es adaptar la manera de cepillarse a las características de cada persona (edad, habilidad, tipo de encía, presencia de patología periodontal…), parece que la realización de movimientos horizontales o circulares (que es lo más intuitivo) no son los más eficaces en eliminar la placa bacteriana de los dientes. Con diferentes modalidades, las técnicas de barrido vertical (del rojo al blanco, es decir, de la encía al diente) son muy efectivas, fáciles de realizar y no son lesivas.
Y más cuando se han consumido alimentos o bebidas ácidas, pues incrementaría la sensación de sensibilidad dental. En estos casos, es recomendable esperar unos 30 min para el cepillado, con el fin de dejar a la saliva que realice su efecto tampón.
En la superficie de la lengua y entre las papilas también quedan restos de alimentos, bacterias y productos de su metabolismo. Además, en un porcentaje muy alto de los casos, no limpiarse la lengua es la primera causa de halitosis o mal aliento.
Este es el más frecuente de los errores. Por muy bien que se realice el cepillado de dientes sólo somos capaces de acceder al 60% de las superficies dentarias. Sea cual sea tu edad, características de tu dentición,…es imprescindible acompañar el cepillado dental con el uso de algún método de limpieza entre dientes, ya sea con los cepillos interdentales (si hay espacios abiertos) o el hilo dental (si los espacios están cerrados).
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