El primer ministro francés, François Bayrou, acudió este martes al Palacio del Elíseo para formalizar su dimisión ante el presidente, Emmanuel Macron, quien anunció que nombrará a un sustituto «en los próximos días» y no convocará elecciones, como le pide buena parte de la oposición.
Bayrou, que el lunes perdió de forma apabullante (364 votos frente a 194) la moción de confianza que él mismo había convocado para recibir respaldo a su diagnóstico sobre la delicada situación de las finanzas públicas y a sus planes para recortar el déficit, debería permanecer en funciones como todo su Gobierno hasta que haya un nuevo Ejecutivo.
Coincidiendo con su dimisión, por primera vez la prima de riesgo de la deuda francesa superó esta mañana a la de Italia, con 82 puntos básicos frente a 81,8 debido a la inestabilidad política, lo que la deja como la peor de la eurozona.
El veterano político centrista -que llegó al cargo tras la censura a su predecesor, el conservador Michel Barnier quien sólo estuvo en funciones tres meses- en su mandato de apenas nueve meses tuvo que afrontar ocho mociones de censura, que en Francia no tienen carácter constructivo, es decir que pueden salir adelante sin que se forme un nuevo gabinete con una mayoría parlamentaria.
La profusión de mociones de censura en la situación de gran fragmentación parlamentaria que hay en Francia es resultado de la utilización de un dispositivo constitucional, el artículo 49.3, que permite al Gobierno adoptar un texto sin someterlo al voto del Parlamento, pero a condición de someterse inmediatamente a una moción de censura.
Sin embargo, el primer ministro saliente se expuso ayer sin estar obligado al voto de la Asamblea Nacional por su proyecto de presupuestos, que prevé un recorte del déficit público de cerca de 44.000 millones de euros.
Todos los grupos de la oposición, la izquierda y la extrema derecha, votaron en su contra, pero también algunos diputados del partido conservador Los Republicanos (LR), que ha sido soporte de su Ejecutivo.
El Elíseo indicó poco después que Macron «nombrará un nuevo primer ministro en los próximos días», lo que excluye la convocatoria de elecciones que le exige tanto la extrema derecha de Marine Le Pen como La Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon.
Le Pen y Mélenchon, que consideran a Macron responsable de la situación actual, creen que el jefe del Estado debería irse, pero la primera no se lo pide en nombre del respeto de las instituciones, mientras que el segundo se lo exige y su partido presenta hoy mismo una moción de destitución que no tiene posibilidades de prosperar.
Esta mañana, la líder de la extrema derecha dijo que su doctrina es que no censuran a un primer ministro por ser quien es, sino su política, pero repitió que sí que censurarán si no hay un giro.
Su lugarteniente, Jordan Bardella, fue más claro poco antes en una entrevista a la emisora RTL en la que dijo que cualquier nuevo primer ministro para sobrevivir «no tiene más opción que romper con la política de los últimos ocho años», es decir, desde que Macron llegó al Elíseo en 2017.
La urgencia de nombrar a un nuevo primer ministro
Dentro del gobierno saliente, el presidente de los Republicanos (LR) y ministro del Interior, Bruno Retailleau, declaró este martes la «urgente necesidad de nombrar a un primer ministro», ya que no debe haber «vacío de poder» en vísperas de las protestas convocadas para los días 10 y 18 y ante «un septiembre propicio para todo tipo de excesos», advirtió.
«Necesitamos un primer ministro rápidamente que asuma el poder. Esto es crucial, incluso para mantener el orden», insistió el ministro a la prensa tras una reunión con los líderes de LR.
«Mañana llegará el día en que Mélenchon y sus amigos querrán crear un clima de insurrección. Habrá una posible rebaja de la calificación de la deuda francesa el día 12 y luego la jornada intersindical el 18. Estamos en un septiembre propicio para todo tipo de excesos», advirtió Retailleau.
A su parecer, el nuevo primer ministro deberá, antes de formar gobierno, «contactar con todos los partidos políticos para trazar un plan de acción en beneficio de Francia».
Para Retailleau, resulta «inconcebible» que sea «socialista» porque, según él, el proyecto que propone ese partido «no se corresponde con lo que desea la mayoría de los franceses, que son más bien de derechas».
EFE.