La brusca interrupción del suministro de gas ruso a Polonia ha obligado a Varsovia a adelantar sus planes de independencia energética de Moscú y, a pesar de los mensajes tranquilizadores del Gobierno, lo que antes era un plan a largo plazo ahora se ha tornado en emergencia.
Polonia consume más de 20.000 millones de metros cúbicos de gas al año, de los cuales aproximadamente la mitad provenían hasta ahora de Rusia, según el GUS, el Instituto Estadístico Nacional polaco.
Reconfigurar el sistema de suministro energético de un país de casi 40 millones de habitantes, en un momento en que en muchos hogares polacos aún se precisa de calefacción, es algo imposible de improvisar, pero el fin del suministro ruso es una situación para la que Varsovia se viene preparando desde hace años.
«Nos íbamos a independizar del gas ruso a nuestra manera, y ahora lo tendremos que hacer de cualquier forma», declaró el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, pocas horas después de que se confirmase el miércoles el corte en el gas ruso.
Morawiecki reiteró además sus referencias al «chantaje» y a la «venganza por las sanciones» del presidente ruso, Vladímir Putin, que había exigido a los clientes extranjeros «hostiles» el abono en rublos de sus importaciones de gas, medida que Polonia rechazó.
EFE.