Durante la oración del Papa Francisco, mañana estará en la Plaza de San Pedro el Crucifijo de San Marcelo, mismo ante el cual fue en peregrinación días atrás, el 15 de marzo de 2020, y que en el año 1522 fue llevado en procesión por las calles de Roma, para detener la epidemia de la plaga. Este sagrado Crucifijo fue abrazado por San Juan Pablo II durante la liturgia penitencial del Jubileo del 2000.
El Cristo milagroso
Durante la noche del 22 y el 23 de mayo de 1519, la iglesia de San Marcelo, ubicada en la Vía de Corso, se redujo a cenizas tras un terrible incendio. Cuando las personas se acercaron a los restos del templo, una vez apagadas las llamas, encontraron intacto al Crucifijo, en el altar principal, iluminado por la lámpara de aceite aún encendida a sus pies. Este es el primer milagro atribuido al Cristo de San Marcelo.
Pocos años más tarde, en 1522, la plaga azotó la ciudad de Roma. Los frailes de los siervos de María decidieron entonces llevar en procesión al Crucifijo milagroso, desde el templo de San Marcelo, hasta la Basílica de San Pedro. Aunque las autoridades, temiendo por el contagio, trataron de evitar la peregrinación, la aclamación popular fue mayor. La procesión duró varios días, recorriendo las calles de Roma, y cuando volvió a su lugar, la plaga cesó por completo.
Cada año santo, desde 1650, el Crucifijo milagroso se lleva a San Pedro, y durante la Cuaresma del Gran Jubileo del 2000, fue colocado en el Altar de la Confesión de San Pedro. Frente a la imagen, San Juan Pablo II celebró el “Día del perdón”.
Prensa CEV