«¿Madonna? Me suena por una canción de ‘Stranger Things'». Esa frase fatídica, vertida por uno de los hijos adolescentes de Borja Prieto y Natalia Flores, convenció a estos expertos en música sobre la necesidad de escribir «una oda en toda regla» a la mujer que puso las bases del «matriarcado que es hoy por hoy el pop».
De su mano y de la de la ilustradora Isa Muguruza, «Madonna. Una biografía» (Plan B) es ya una realidad en librerías que habla de la artista femenina que más discos ha vendido en la historia, astuta, anticipada a su tiempo y que además convirtió la polémica tanto en el centro de su estrategia «marketiniana» como en un modo de activismo que hizo caer muchas vendas.
«Mi primera casete fue ‘Like a Prayer’ (1989). Entonces el mundo musical en Argentina, donde yo nací, era muy masculino, así que para mí fue un descubrimiento ver mujeres que también estaban haciendo eso. Probablemente por ello el primer mensaje feminista que me llegó en mi vida fue de ella», destacó Flores.
Coincide con una de las grandes razones que sedujeron a Muguruza para embarcarse en el proyecto. «Toda mi obra gira en torno a la mujer. Ella ha abierto camino a otras muchas y, como fan de la cultura pop, descubrí que es quien inspiró a las que a mí me inspiran», confesó la ilustradora oficial de los libros de «La vecina Rubia».
«La misión es hacerle entender a la gente joven que es fan de Katy Perry, de Lady Gaga y demás que hubo alguien que puso todas las piezas para este matriarcado que vivimos en el mundo del pop», insisten.
A «los Prieto Flores», como son conocidos, les avalan años de experiencia en el mundo discográfico, desarrollando las carreras de artistas como Paulina Rubio, Zahara, Carlos Sadness o Lori Meyers y en campañas de márketing para otros como Eminem o Marilyn Manson.
Por su propósito «didáctico» para con los «genzers», previenen que esto no es un sesudo ensayo sobre Madonna, sino «una iniciación» a ese universo que a ellos los «atravesó» desde pequeños, como cuando se reunían en secreto a hojear un ejemplar «plastificado como un preservativo» de su célebre y entonces escandaloso libro de fotografías «Sex», complemento del disco «Erotica» (1992).
No han buscado rebatir datos que forman parte de la leyenda (como si llegó a Nueva York con unos pocos dólares en el bolsillo), sino más bien recrearse en ella, especialmente «en ese contexto mágico de los primeros años 80: que si era amiga de Keith Haring, que si salió con Basquiat, que si iba a las fiestas de Andy Warhol y llevaba a los Beastie Boys de teloneros…».
«En lo artístico y marketinianamente era un hacha absoluto y ha utilizado muy bien las polémicas», destacan ante algunas de sus actuaciones icónicas para la MTV, como cuando en 2003 besó a sus supuestas herederas, Britney Spears y Christina Aguilera.
Vestidas de novia, replicaban la primera actuación de Madonna para la cadena, en 1984, cuando emergió de una tarta para estrenar «Like a virgin», el sencillo de su segundo álbum, en vez del tema por el que había sido nominada.
«Estaba empezando aún a moverse en la jungla de Nueva York y tuvo la capacidad de ver que había grabado un hit antológico, plantarse en los premios ante 50 millones de personas y adelantarlo», destacaron los Prieto Flores sobre una decisión que actualmente es una estrategia más que asentada.
También citaron cuando pocos años después participó en el spot de una marca de bebidas y «supo llevárselo a su terreno, usándolo como avanzadilla de lo que sería el polémico videoclip de ‘Like a prayer’, que fue más allá aún».
«Detrás de todo esto además hay un activismo, no una polémica gratuita. ¿Quién se mete hoy en día con el establishment?», se preguntaron, antes de concluir que un personaje como Madonna quizás no afloraría igual en este presente «más descafeinado» .
Muguruza destacó además todas las caras que la cantante de «Frozen» ha mostrado en estos años: «Buscaba imágenes de referencia y me parecía increíble que fuesen la misma persona. Como ilustradora, cuando algo funciona nos agarramos mucho a un estilo y esa valentía de cambiar constantemente es de lo que más valoro».
«En toda su carrera ha tenido que enfrentarse a muchas críticas por el hecho de ser mujer y ahora tiene una cruzada con el tema del envejecimiento en esta industria», coincidieron en señalar ante el presente que vive la artista a los 62 años, empeñada en perpetuar su juventud.
A ese respecto, Prieto lo tiene claro: «Si cualquiera de nosotros fuera Madonna, se nos iría mucho más la cabeza. Me encanta lo que está haciendo con ese ‘reality’ que se monta en su Instagram y creo que hay que esperar a su próximo paso artístico para juzgar de verdad su capacidad de envejecer. Al fin y al cabo, una de las características de su carrera ha sido mutar para salir airosa».
«Y que vaya abriendo camino a las de cuarenta y pico que vamos detrás no está mal», apostilló Flores, que con el mismo propósito didáctico hacia las nuevas generaciones se vería embarcándose en proyectos similares al servicio de la musa «indie» Kathleen Hanna, de Blondie… «o de Lola Flores».
EFE