El coronavirus se ha cebado de manera especialmente intensa con los viajes y el turismo, que en este 2020 ha vuelto a las cifras que solía hace 25 años, lo que supone haber perdido en torno a 100.000 millones del PIB y tener en el aire más de 700.000 empleos.
La pandemia ha castigado con más fuerza a la economía española que a otras europeas, fundamentalmente por el mayor peso del sector turístico, que en 2019 generó el 12,4 % de la riqueza del país y el 12,9 % de todo el empleo. Es, entre los grandes del mundo, el país más dependiente del turismo, después de México, según el World Travel and Tourism Council (WTTC).
De recibir al cierre de 2019 un total de 83,7 millones de turistas extranjeros a unos 20 millones, si llegan, a cierre de este año; y de aportar casi 154.500 millones de euros al PIB, a quedarse en menos de 50.000 millones cuando termine 2020, según proyecciones de Exceltur.
Todavía no hay datos del ejercicio completo, pero la última previsión del Exceltur apunta unas pérdidas de 106.000 millones de euros, que dejarían el PIB turístico (actividad directa más indirecta) en 46.431 millones, en los niveles del año 1995. Es decir, un retroceso de 25 años.
El año había comenzado ya flojo: las cifras de enero y febrero indicaban una cierta ralentización de las entradas de turistas extranjeros, sobre todo de algunos de los principales emisores como Reino Unido y Alemania -por los últimos coletazos de la quiebra de Thomas Cook- hasta el punto de que el sector asumía que en este ejercicio se rompería la racha de siete consecutivos de récords de llegadas.
Nadie esperaba la virulencia del coronavirus, que llevó a cerrar el mundo entero y a que el turismo frenara en seco. En el caso español la aprobación del estado de alarma a mediados de marzo hizo que los meses de abril y mayo se saldaran con ceros absolutos en las entradas de turistas internacionales, una foto inédita en las estadísticas tras la que se esconde el drama de regiones enteras, como los archipiélagos, donde el turismo es casi un monocultivo.
En junio, tímidamente, volvió la esperanza, porque se levantó el estado de alarma y las cifras de contagios por la covid-19 habían mejorado sustancialmente con los confinamientos. Los agentes del sector activaron sus planes, en la idea de que al menos salvarían algo del verano y el resto del año, pero el espejismo duró apenas un mes porque a primeros de agosto comenzó a asomar la segunda ola de la pandemia, que no parece amainar en el cierre del año.
Con todo, lo peor es que la remontada cada vez se ve más lejos: en el sector hay consenso en que los niveles prepandemia (los de 2019) no se recuperarán hasta 2024-2025.
Mientras llega la ansiada normalidad, el Gobierno defiende que nunca antes se ha puesto sobre la mesa un paquete de ayudas tan ambicioso para el turismo: algo más de 25.000 millones de euros, que incluyen los avales del ICO, los gastos por los ERTE y la prestación por cese de actividad de los autónomos, entre otras partidas.
EFE