El sueño es un proceso biológico esencial que repara tejidos, consolida la memoria y regula emociones. Sin embargo, más de la mitad de la población adulta en Estados Unidos enfrenta dificultades para dormir.
Mantener horarios fijos para dormir y despertar mejora la calidad del sueño, mientras que patrones irregulares pueden causar desequilibrios metabólicos y fatiga crónica.
Para optimizar el sueño, el entorno debe ser adecuado, equilibrando temperatura (ideal entre 20 °C y 25 °C), luz y ruido. La exposición a luz artificial y especialmente a luz azul de dispositivos electrónicos reduce la producción de melatonina, afectando negativamente el sueño.
Dormir bien implica decisiones conscientes, desde sincronizar el reloj biológico hasta elegir un ambiente propicio. Ajustes simples pueden tener un impacto positivo en la calidad del sueño.
Si las dificultades persisten, consultar a un especialista es un paso estratégico hacia un descanso reparador. Invertir en el sueño es invertir en una mejor versión de uno mismo.