El antiquísimo muro es inspeccionado dos veces al año por especialistas en conservación quienes inyectan pequeñas cantidades de cal en las grietas causadas por el clima y las plantas que crecen entre los bloques. El Muro de los Lamentos o de las Lamentaciones, conocido por los judíos como el Muro Occidental, era parte de la pared más exterior que rodeaba el patio del Segundo templo, según el consenso arqueológico.
Es el único resto que permanece en pie del complejo del gran templo de Jerusalén, cuya construcción se atribuye al rey Herodes y su destrucción a los romanos en el año 70 D.C. El muro ha sufrido las inclemencias de dos milenios de existencia, pero no sin un poco de ayuda exterior: cada una de sus piedras es tratada con delicadas inyecciones de material que preserva, según informó la Autoridad de antigüedades de Israel (AAI).
Ingenieros y conservacionistas revisan meticulosamente los cientos de piedras que componen el muro. Y cada una de las gigantescas calizas tiene su propio ‘documento de identidad’ en el que está detallada su historia de tratamientos y cuando se encuentran grietas, los conservacionistas utilizan jeringuillas para administrarles pequeñas cantidades de amalgama caliza. “Nuestro estudio más reciente reveló que era necesario tratar la capa más externa de algunas de las piedras, la ‘cáscara’”, dijo Yossi Vaknin, director de conservación en la AAI del muro.
¿Qué le inyectan?
La amalgama que se usa para restaurar las piedras del muro de Jerusalén tiene la misma composición química que la propia piedra. Así, los conservacionistas inoculan cantidades pequeñas del compuesto que se van acumulando en capas dentro de las grietas sellando las fisuras.
Para que la amalgama se seque rápido, también inyectan alcohol junto con la “micro-caliza”. “Cuando el alcohol es expuesto al aire, se evapora y la reacción química sucede inmediatamente y en pocas horas el material está seco, a decir del experto. “Este es el mejor método para ‘curar’ piedras y la mejor defensa contra el desgaste para las piedras más importantes del mundo”, dijo Mordechai Eliav, director de la Fundación del Muro Occidental.
El principal problema, según indica la AAI, es la contaminación: el sulfuro y los ácidos nítricos del aire, así como la lluvia, todo lo cual provoca que las piedras se descascarillen. Otro gran problema son las plantas que luchan por crecer entre los bloques. Las inyecciones en las piedras no son algo nuevo, lo que sí lo es es la tecnología del contenido de la inoculación, más eficaz para la preservación de las calizas. Además de las plantas, también está la gran población de pájaros, principalmente palomas y cuervos, que sobrevuelan y hacen del muro un hogar para sus nidos.
Los expertos en conservación del muro desean preservar también las plantas, por ser parte del sistema ecológico del muro, si bien es una tarea delicada, ya que sus raíces pueden penetrar en las grietas y causar grandes daños, fracturando los bloques hasta incluso hacerlos caer. Y con 12 millones de personas que, en condiciones normales, visitan la plaza del Muro, los arqueólogos son extra cuidadosos.