Durante la adolescencia, los jóvenes experimentan cambios en su desarrollo físico, emocional y sexual. Por ello, es fundamental abordar la construcción de su sexualidad desde una perspectiva que fomente el respeto, la comunicación abierta y la toma de decisiones informadas.
La educación sexual integral juega un papel crucial. Mediante ella, se proporciona información precisa sobre la anatomía, el cuidado del cuerpo, el derecho a la intimidad, la anticoncepción, la prevención de las infecciones sexualmente transmisibles y, lo más importante, el respeto al consentimiento mutuo.
Es vital que los jóvenes tengan acceso a recursos que les permitan comprender las implicancias emocionales y físicas de la actividad sexual. Por esta razón, es necesario un enfoque centrado en el respeto hacia la diversidad de experiencias, de modo que las decisiones sobre su sexualidad se hagan de acuerdo a sus propios valores y circunstancias.
Desterrar los mitos de la sexualidad adolescente
Hay que desmitificar algunas nociones que son comunes entre los adolescentes. Sobre todo, aquellas que tienen que ver con las falsas categorías de «correcto» e «incorrecto».
La sexualidad es diversa, es una experiencia personal y única, que no se puede encasillar en normas. Así que no existe un estándar universal.
El mito de la «muestra de amor»
Los adolescentes no deberían creer que ciertas prácticas sexuales constituyen una «muestra de amor» o de confianza. Para ellos, es importante entender que el amor y la confianza no se demuestran a través de acciones específicas en el ámbito sexual.
Cada uno tiene sus propias preferencias y límites. No hay reglas preestablecidas que definan la autenticidad o la calidad de una relación.
La libertad para decir «no» sin miedos ni prejuicios no es negociable.
El mito del que es mejor en la cama
También es esencial desterrar la idea de que existen posturas sexuales o hábitos específicos que hacen a alguien «mejor en la cama». La verdad es que no hay una fórmula única para experimentar el placer y la conexión íntima. Ni durante la adolescencia ni en ninguna etapa de la vida.
Cada cual elige lo que le gusta y lo que desea explorar. Y eso está bien.
El mito de la edad de inicio
No hay una edad de inicio de las relaciones sexuales igual para todos. La decisión de cuándo comenzar está influenciada por factores personales, culturales, sociales y emocionales. Por ende, no existe un «momento correcto».
La presión del grupo, las expectativas culturales y los medios de comunicación también desempeñan un rol en las decisiones vinculadas con el inicio de las relaciones sexuales. Algunos adolescentes pueden sentirse listos para explorar su sexualidad, al mismo tiempo que otros prefieren esperar.
Es esencial reconocer la diversidad de experiencias y de creencias. Para apoyar, necesitamos respetar la educación recibida, aceptar los procesos de maduración y darle lugar a la individualidad de cada persona.
Los mitos en torno al preservativo
Ideas como la de la pérdida de sensibilidad en el acto sexual al usar preservativo o la supuesta imposibilidad de un embarazo en la primera relación, fomentan la falta de uso del condón. Y ello se sostiene por el desconocimiento y la carencia de información.
Durante la adolescencia (así como en las otras etapas de la vida), la relevancia de usar preservativo va más allá de la confianza en la pareja. La educación en torno a la anticoncepción y la prevención de infecciones sexualmente transmisibles es clave.
Usar preservativo es una elección inteligente. Tiene que ver con el cuidado mutuo.
El consentimiento sexual es un derecho imprescindible
El consentimiento en la sexualidad adolescente es un principio fundamental que protege la autonomía y el bienestar de cada uno. Sucede en cada encuentro, tanto casual como en relaciones de larga data, pues las preferencias pueden cambiar con el tiempo.
La comunicación abierta y la escucha activa son claves en la intimidad para entender lo que le gusta al otro y llegar a un acuerdo en el que ambos disfruten.
¿Cuáles son los puntos básicos del consentimiento sexual en la adolescencia? Veamos:
No asumir nada: dar el consentimiento para una práctica específica no implica la aceptación de otras acciones. Cada acto debe ser comunicado y acordado.
Decisión libre y sin presiones: cada participante en la actividad sexual debe expresar su deseo de manera voluntaria, sin sentirse coaccionado por circunstancias externas, como la supuesta obligación o el miedo.
Claridad y consciencia: el consentimiento no debe ser ambiguo ni dado en situaciones donde la capacidad de decisión esté comprometida, como sucede bajo la influencia de sustancias, por ejemplo. Todas las partes involucradas deben comprender con plenitud la naturaleza de la actividad sexual.
Comunicación directa: el consentimiento se comunica con claridad, verbalmente o a través de expresiones corporales y sonidos que denotan deseo. Asumir que un comportamiento del pasado o una vestimenta implican aceptación es un error. El silencio, por su parte, nunca debe interpretarse como consentimiento.
Posibilidad de retractarse: en cualquier momento y en cualquier fase de la actividad sexual, se tiene el derecho de cambiar de opinión. Toda decisión y práctica pueden ser reversibles. Decir «no» es válido en cualquier instante, incluso, si ya se ha dado el «sí» previo. Cada día somos diferentes y nuestras preferencias pueden variar. Es normal experimentar cambios en la intimidad y probar cosas nuevas o decidir no repetirlas.
La construcción individual de la sexualidad adolescente
La libertad, la comunicación abierta y el respeto mutuo son pilares en la intimidad. Y es importante que los adolescentes sepan que no hay reglas rígidas: el sexo se vive de manera auténtica y se adapta a las necesidades y deseos de cada uno y de cada pareja.
No deberíamos permitir que la sociedad, los prejuicios o las expectativas externas dicten lo que es aceptable en la sexualidad adolescente. Ellos tendrían que comprender, desde temprano, que cada persona tiene sus propios puntos eróticos, sus prácticas, sus hábitos y fetiches… y eso es parte de la diversidad humana.
No hay recetas ni manuales. Cada quien tiene el derecho de explorar su sexualidad de manera auténtica y sin juicios. Más aún en la juventud, que es la época de base para construir relaciones saludables.
Con información de Mejor con Salud