El derretimiento de la capa de hielo antártica, uno de los efectos más visibles y preocupantes del cambio climático, podría estar desencadenando un fenómeno poco estudiado pero de gran impacto: la activación de volcanes subglaciales ocultos bajo kilómetros de hielo.
Este descubrimiento, basado en 4000 simulaciones por computadora realizadas por un equipo liderado por el doctor Allie Coonin de la Universidad de Brown, en Rhode Island, EEUU, abre una nueva línea de investigación sobre las posibles interacciones entre el cambio climático y la geología en la Antártida.
La Antártida, conocida por su clima extremo y su vasta capa de hielo, alberga un complejo sistema volcánico que va mucho más allá del icónico Monte Erebus y su famoso lago de lava. Según el experto, existen al menos 100 volcanes agrupados principalmente en la costa occidental del continente. La mayoría de ellos permanecen inactivos y escondidos bajo gruesas capas de hielo, pero su papel en el ecosistema antártico podría ser más significativo de lo que se pensaba.
El cambio climático, que ha acelerado el derretimiento del hielo, está aliviando la presión que estas inmensas masas ejercen sobre las cámaras magmáticas situadas a kilómetros de profundidad. Esto provoca que el magma comprimido se expanda, aumente la presión interna en las cámaras y, en algunos casos, desencadene erupciones.
Aunque este proceso es lento y puede desarrollarse a lo largo de siglos, sus implicancias son profundas. “El calor adicional asociado con estas erupciones desencadenadas por el deshielo no se tiene en cuenta actualmente en los modelos de la capa de hielo de la Antártida occidental, a pesar de su potencial para perturbar el equilibrio de masa de la superficie y la tasa de deslizamiento basal de una capa de hielo ya críticamente vulnerable”, explicó Coonin en un reciente trabajo publicado en la revista Geochemistry, Geophysics, Geosystems de la American Geophysical Union (AGU).
Coonin y sus colegas advirtieron que a medida que el hielo se derrite, alivia la presión sobre las rocas que hay debajo, cosa que permite que el magma comprimido se expanda. A su tiempo, esto aumenta la presión en las cámaras, lo que favorece a las erupciones volcánicas.
La retroalimentación climática y su impacto en el deshielo
El hallazgo pone de manifiesto un ciclo de retroalimentación climática que podría estar en marcha en el continente blanco. Estas erupciones, aunque en su mayoría subglaciales y no visibles en la superficie, liberan calor que derrite aún más el hielo desde las profundidades. El cual, a su vez, reduce nuevamente la presión sobre las cámaras magmáticas, perpetuando un ciclo que agrava el deshielo.
La liberación de gases volátiles atrapados en el magma es otro factor crítico en este proceso. Los gases, que normalmente se mantienen disueltos bajo presión, emergen de manera similar al gas en una botella de refresco recién abierta cuando la presión disminuye. Este fenómeno aumenta aún más la presión interna en las cámaras magmáticas, facilitando la ocurrencia de erupciones.
La investigación también destaca las consecuencias globales del deshielo antártico, más allá del continente. El derretimiento masivo de la capa de hielo no solo contribuye al aumento del nivel del mar, sino que también podría alterar los patrones climáticos y oceanográficos.
Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la extensión del hielo marino antártico alcanzó en 2024 su nivel más bajo registrado, con una pérdida de más de un millón de kilómetros cuadrados en comparación con el récord del año anterior.
Este fenómeno tiene repercusiones significativas en la viabilidad económica y física de las zonas costeras. Como señala el informe ‘Un nuevo clima para la paz’, comisionado por miembros del G7, el aumento del nivel del mar pone en riesgo recursos terrestres y costeros, y podría desencadenar desplazamientos humanos, conflictos sobre fronteras marítimas y tensiones por el acceso a recursos oceánicos.
El equipo de Coonin sugiere que este ciclo de retroalimentación entre el deshielo y la actividad volcánica no es nuevo. Durante la última era glacial, cuando la capa de hielo de la Antártida era mucho más gruesa, procesos similares de descarga y expansión de magma podrían haber contribuido a las erupciones volcánicas en la región. Este contexto histórico refuerza la necesidad de ampliar los estudios sobre las interacciones entre el clima y la actividad geológica.
Una amenaza latente para un futuro incierto
Aunque los procesos descritos por Coonin y su equipo se desarrollan a lo largo de siglos, los resultados de la investigación invitan a reflexionar sobre las implicaciones de largo plazo del cambio climático. Incluso si las emisiones globales de gases de efecto invernadero se reducen en las próximas décadas, los efectos del calentamiento ya iniciado podrían seguir desencadenando este tipo de fenómenos en la Antártida.
Los modelos actuales de cambio climático y pérdida de hielo no consideran completamente el impacto del calor volcánico en el derretimiento de las capas de hielo, lo que sugiere que las estimaciones actuales podrían estar subestimando la magnitud del problema. “Es necesario ampliar la investigación para determinar si otras formas de retroalimentación glaciovolcánica amplificarán la pérdida de hielo en la Antártida”, concluye el especialista.
El descubrimiento de esta conexión entre el deshielo y la actividad volcánica en la Antártida subraya la complejidad del sistema climático global y la necesidad de un enfoque interdisciplinario para entender sus dinámicas. Los volcanes subglaciales, que durante mucho tiempo permanecieron ocultos bajo la vasta capa de hielo del continente, están cobrando protagonismo en el debate científico sobre el cambio climático y sus múltiples implicancias.
Coonin y su equipo alertan que este proceso es lento y se desarrolla durante cientos de años. Pero eso significa que la retroalimentación teórica podría continuar incluso si el mundo reduce el calentamiento antropogénico. La capa de hielo de la Antártida era mucho más gruesa durante la última era glacial, y es posible que el mismo proceso de descarga y expansión de magma y gas haya contribuido a las erupciones pasadas.
En un contexto donde el impacto humano sobre el clima continúa siendo un tema central, este tipo de investigaciones refuerzan la importancia de tomar medidas concretas para mitigar el calentamiento global.
El futuro de la Antártida, y del planeta en general, depende en gran medida de la capacidad de la humanidad para comprender y abordar los complejos mecanismos que conectan la geología, el clima y los ecosistemas.
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