Alcanzado el acuerdo con el Reino Unido y concluidas las negociaciones sobre el tratado de inversiones con China, la UE cumplió en 2020 sus dos principales objetivos en materia comercial e inicia el año dispuesta a reforzar los lazos con Estados Unidos, sin olvidar al Mercosur, Chile o la búsqueda de expansión hacia Australia.
Desde que ayer entrara provisionalmente en vigor, el acuerdo entre Bruselas y Londres ha conseguido su principal cometido: evitar el desastre económico a ambos lados del Canal de la Mancha y permitir a los dos bloques mantener los lazos comerciales construidos a lo largo de casi cinco décadas, aunque los impactos del Brexit serán palpables.
Para contrarrestarlos, la UE ha firmado con Reino Unido su acuerdo comercial más ambicioso, garantizando el intercambio de bienes sin cuotas ni aranceles, igual que ha ocurrido hasta ahora, y que en 2019 alcanzó un volumen de casi 320.000 millones de euros en exportaciones y de más de 194.000 millones en importaciones, según Eurostat.
Pero en 2021 Reino Unido ha abandonado el mercado interior y la unión aduanera, lo que inevitablemente se traducirá en una mayor burocracia para las empresas, obligadas ahora a rellenar declaraciones fiscales y aduaneras, incrementando el tiempo y el coste de los intercambios.
«Por fin podemos dejar el Brexit atrás y la UE puede seguir avanzando», dijo la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula Von der Leyen, cuando anunció el acuerdo.
No obstante, lo cierto es que Bruselas vigilará a partir de ahora que el Reino Unido cumpla los compromisos adquiridos, especialmente en cuanto a la justa competencia, y de no hacerlo, podrá imponer aranceles a algunos productos como medida compensatoria. Igual que podrá hacer el Gobierno británico.
Si el acuerdo sobre el Brexit es consecuencia de un hecho que la UE no ha buscado, Bruselas sí ha querido avanzar y profundizar en sus lazos con China -la segunda economía mundial-, forzada en parte por el desplante del presidente estadounidense Donald Trump.
El tratado de inversiones con Pekín, cerrado a nivel político, garantiza a las empresas europeas un mayor acceso al mercado chino y competir en mejores condiciones con las compañías de ese país.
Destaca principalmente que China haya eliminado la restricción que imponía hasta ahora a las compañías europeas de formar una empresa conjunta, lo que beneficiará a sectores como el del automóvil, los servicios financieros o el de la construcción, por ejemplo, de hospitales en ciudades como Pekín, Shanghai, Shenzhen o Tianjin.
En los próximos meses tendrá que traducirse a las veinticuatro lenguas oficiales de la UE y revisarse legalmente, antes de su firma y posterior entrada en vigor.
El gran acuerdo comercial alcanzado en América Latina es el que la UE cerró con el Mercosur en 2019, tras veinte años de negociaciones, pero cuya ratificación se ha atascado ante las reticencias del Parlamento Europeo y países como Francia, Países Bajos, Austria o Bélgica.
Exigen mayores garantías en el acuerdo para proteger al medioambiente, temerosos de la deforestación del Amazonas que está llevando a cabo el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
Mejores perspectivas hay para el acuerdo de asociación UE-Chile, país que espera cerrar las negociaciones durante el primer semestre de 2021. Este mes de enero celebrarán la novena ronda de negociaciones.
Respecto a México, la UE modernizó su acuerdo comercial en 2018, pero Bruselas aún debe traducir los textos para poder iniciar el proceso de ratificación.
La UE, que en los últimos años ya ha firmado acuerdos comerciales con Japón, Singapur o Vietnam -además de con Canadá-, busca también estrechar lazos con Australia, con quien se empezó a negociar en 2018, pero aún no se ha alcanzado un acuerdo.
EFE