La banda venezolana Okills regresó al epicentro de su origen para una noche de euforia y nostalgia, celebrando el décimo aniversario de su álbum fundacional, América Supersónica. El Caracas Music Hall se transformó en una cápsula del tiempo, reuniendo a fanáticos de todas las edades para rendir tributo a la evolución de un proyecto musical que ha sabido reinventarse sin perder su alma indie.
Bajo la producción de Cusica, el ambiente se encendió con los teloneros Dyan Wav y Gran Celaje, preparando el terreno para la aparición del cuarteto pasada la medianoche. La energía del público se volvió eufórica al escuchar la introducción, que describió el álbum debut como un vibrante "viaje".
El concierto fue un setlist perfectamente curado, rindiendo tributo tanto a las raíces de la banda como a su sonido más reciente y maduro. La presentación arrancó con la icónica “Céntimo”, la canción que marcó el despegue de su identidad indie-pop.
La euforia continuó al ritmo de “Si tú y yo fuéramos novios” y “Humano”, temas que hicieron saltar y bailar a la multitud. El repertorio se construyó como un puente entre eras, conectando la irreverencia de América Supersónica con la complejidad emocional de sus discos posteriores.
Los clásicos como “Café con chocolate”, “La mudanza” y “Menos Tú” generaron una ola de nostalgia, mientras que las sorpresas incluyeron covers como “Bonito” (de Jarabe de Palo) y colaboraciones como “Curita” (con Anakena). La banda navegó por éxitos más recientes como “Amigos” y “Asesina”, culminando el recorrido con “Gritarte” y la emotiva “Lo mejor, lo peor”, cerrando una gira que se sintió como una carta de amor a la ciudad que los vio nacer.
Okills demostró por qué sigue siendo una referencia del pop-rock nacional, celebrando que, aunque la música evolucione, los sentimientos que evoca su sonido permanecen.
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