El presidente de Francia, Emmanuel Macron, anunció este lunes que el mandatario estadounidense, Donald Trump, y él se han puesto de acuerdo sobre la continuación de las discusiones sobre la tasación a los gigantes digitales para impedir así la imposición de nuevos aranceles hasta final de año.
"Vamos a trabajar juntos un buen acuerdo para evitar todo aumento de aranceles", dijo el jefe del Estado galo en Twitter, donde destacó que la conversación telefónica mantenida al respecto con Trump este domingo ha sido "excelente".
El pasado 7 de enero, Estados Unidos y Francia se habían dado 15 días para alcanzar un pacto y permitir que el trabajo sobre el impuesto a los gigantes de internet continúe en el seno de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), recordó este lunes el diario "Le Figaro".
El rotativo apuntó que los dos presidentes están de acuerdo en dejar que las discusiones sigan hasta finales de año.
El Gobierno estadounidense había anunciado en diciembre que iba a imponer aranceles por valor de 2.400 millones de dólares (unos 2.160 millones de euros) de hasta el 100 % del valor de ciertos productos franceses en respuesta a la tasa del Ejecutivo de Macron sobre los ingresos de las grandes tecnológicas.
El ministro francés de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, calificó entonces de "inaceptable" esa decisión y dijo, tras hablar con la Comisión Europea, que la Unión Europa respondería con "contundencia" ante cualquier sanción a Francia o alguno de sus miembros.
Las autoridades francesas han dejado claro desde el principio que renunciarán a su impuesto cuando se ponga en marcha una alternativa internacional.
La denominada tasa GAFA (acrónimo de Google, Apple, Facebook y Amazon) es un impuesto a los gigantes de internet que afecta no solo a las tecnológicas estadounidenses, sino a las multinacionales cuyos ingresos anuales superan los 750 millones de euros a nivel mundial.
La ley fue promulgada en Francia el pasado julio y tiene el objetivo de que esas grandes compañías paguen un 3 % de su facturación en los países en los que operan y no sólo en los que eligen como sede social porque las condiciones fiscales les resultan más favorables.
El Economista