La WNBA regresa este martes a la competición tras el parón del All-Star y con las jugadoras apretando el acelerador en la negociación del convenio colectivo y exigiendo mejoras salariales.
"Pagadnos lo que nos debéis" fue el mensaje que llevaron las figuras de la WNBA en una camiseta negra durante el calentamiento del All-Star, que se celebró la semana pasada en Indianápolis.
La reivindicación reclama principalmente un aumento del porcentaje de ingresos de la WNBA que va a parar directamente a las jugadoras en un momento en el que la liga está viviendo un 'boom' impulsado, en gran medida, por el fenómeno de Caitlin Clark.
"Las jugadoras son las que están construyendo esta marca y esta liga", dijo en el All-Star Napheesa Collier (Minnesota Lynx), MVP del partido de las estrellas y una de las voces más respetadas en estos momentos en la WNBA.
"No hay liga sin las jugadoras. Las jugadoras pasadas, presentes y las que están llegando son las que han puesto la sangre, el sudor y las lágrimas para que esté entrando este nuevo dinero. Creemos que se nos debe una porción de ese pastel que ayudamos a crear", añadió.
Durante el All-Star se volvieron a reunir la WNBA y el Sindicato de Jugadoras para negociar el nuevo convenio de la liga, cuya fecha límite es en octubre.
La WNBA firmó el año pasado un acuerdo televisivo que le dará a la liga 2.200 millones de dólares (200 millones por temporada) dentro del pacto de la NBA de 76.000 millones en total por once años.
Sin embargo, el convenio actual de la WNBA sitúa en unos 250.000 dólares el sueldo máximo para una jugadora en 2025, una cifra muy baja dentro del contexto del deporte profesional en EE.UU.
EFE