Más allá de su imagen celestial, Madre Carmen fue un ser humano recordada por su buen sentido del humor, amistad y entrega a Dios. Dejó una profunda huella en quienes la conocieron y recuerdan anécdotas inolvidables de esta primera santa caraqueña.
“La Madre Carmen en 1971 sufrió un accidente automovilístico y cuando la iban a recoger en Camino de Barquisimeto, de donde estaba, sacarla del carro, a pesar del dolor que tenía, como experimentaba que no tenía las piernas, le dijo a quienes la sacaron del carro, “no me vayan a dejar mis piernas por allí”, dijo la Madre Rosa María Ríos.
“Otra anécdota, la Madre Carmen sabía romper el hielo, romper la rutina y quizás cuando veía alguna preocupación, alguna hermana un poco más silenciosa o cuando veía que hacían como que falta levantar un poco el ánimo, acudir o tomar la risa como medio también para mostrar a Dios esta paz y esta alegría, este servicio, entonces se invitaba a las hermanas a hacer almidoncitos, unos dulcitos que se hacen con harina y azúcar, pero sí veía a Madre Carmen amasando con su única manito y las hermanas también. Madre Carmen era una madre que la veíamos hacer hallacas y amarrar hallacas con su única mano”, concluyó la madre.
Una caraqueña extraordinaria que siempre mostró su sencillez, amor al prójimo y en especial a las hermanas de su congregación, Siervas de Jesús.
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