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Chía durante el embarazo: beneficios y recomendaciones

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  • 3-Octubre-2020 8:03
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Embarazo. .-Agencia

La gestación es un momento delicado y las mujeres que esperan un bebé deben comer todos los alimentos nutritivos a su alcance. Las semillas de chía durante el embarazo son positivas si se ingieren con moderación, pues también pueden presentar algunos efectos negativos.

Se pueden consumir molidas o enteras y añadirlas a cualquier tipo de receta. Aunque hay que ser cautelosos las primeras veces, ya que como muchos alimentos, causan reacciones alérgicas y problemas digestivos. A continuación detallamos más sobre su uso, beneficios y otras recomendaciones.

¿Qué son las semillas de chía?

Este valioso alimento en forma de pequeño grano negro es originario de México y Guatemala. Allí ha formado parte de la alimentación y las tradiciones medicinales durante más de 5000 años. Hoy en día es un producto en auge en muchos rincones del mundo. 

Se trata de una semilla oleaginosa, por lo que en su composición destaca sobre todo la presencia de ácidos grasos poliinsaturados (en su mayoría omega 3 y omega 6). También aporta proteínas, fibra dietética, vitaminas, minerales (calcio, fósforo y manganeso) y antioxidantes.

Los beneficios de las semillas de chía durante el embarazo

 

En el período de gestación es importante prestar atención a la dieta. Algunos nutrientes se requieren en mayores cantidades para asegurar el desarrollo del feto y evitar problemas de salud en la madre. Además, algunas pequeñas molestias como el estreñimiento se pueden solucionar o paliar con unas pautas alimentarias sencillas.

Veamos con detalle todo lo que las semillas de chía pueden hacer en algunos casos. 

Mejorar el estreñimiento

Como indica la Sociedad Americana de Nutrición, las semillas de chía aportan una buena cantidad de fibra soluble. Esta es positiva cuando existe dificultad para las deposiciones, pues aumenta el volumen de las heces y facilita el proceso de expulsión de las mismas.

Prevenir la aparición de anemia

El déficit de hierro es un trastorno habitual en algunas mujeres embarazadas. Existen más posibilidades de que suceda si el nivel de este mineral en el organismo es bajo antes de la concepción. Además, cuando ya existe una anemia instaurada se ve agravada por los cambios circulatorios de la gestación.

Así que es importante mantener una adecuada ingesta de hierro en este período en que aumentan las necesidades. Las semillas de chía ayudan a cubrir este incremento, aunque no es uno de los alimentos más recurrentes, como la carne o las legumbres. Cabe destacar que presenta una absorción similar a la del sulfato ferroso.

Fortalecer los huesos

Aparte del hierro, otro mineral clave durante el embarazo es el calcio. Por un lado, ayuda a prevenir efectos adversos en la madre, como el riesgo de osteoporosis y de preeclampsia. Por el otro, asegura un buen desarrollo y crecimiento fetal. 

Como señala el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos, las mujeres mayores de 19 años necesitan 1000 miligramos diarios de este mineral. Dos cucharadas de postre de semillas de chía cubren un 20 % de este valor, aportando casi 200 miligramos. Así se aumenta la variedad de alimentos ricos en calcio a ingerir.

Controlar los niveles de azúcar

Los valores altos de glucemia en sangre tienen efectos negativos para la salud. Uno de ellos es el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. En el caso concreto de las mujeres embarazadas, esto representa una desventaja para el bebé y la madre, pues su presencia durante el embarazo se asocia a mayor riesgo de defectos en el feto y sobrepeso.

 

La ingesta de chía puede ayudar a regular la glucosa en sangre. Como se explica en estudios científicos realizados con adultos sanos, el consumo de 25 gramos al día resulta positivo en la reducción del pico de glucosa posterior a la comida. También es efectiva si se encuentra presente en algunos alimentos, como por ejemplo el pan.

Fuente de ácidos grasos omega 3

Este tipo de ácido graso poliinsaturado es crucial para un buen desarrollo del embarazo y del feto. La principal fuente que provee al organismo es el pescado azul pequeño. Pero además, algunos alimentos vegetales proveen un precursor: el ácido alfa linolénico (ALA).

Efecto saciante

Una parte de las mujeres embarazadas gana más peso del que debería durante el período de gestación. Y como se señala en una revisión Cochrane, la obesidad en el embarazo puede ser un problema para la madre y el bebé. Existe un mayor riesgo de hipertensión arterial, diabetes, cesáreas y alto peso fetal. 

Por esto, en algunos casos hay que controlar el aumento de peso de las mujeres gestantes con la dieta y ejercicio físico. Si existe este problema o la madre presenta una sensación continua de hambre y ganas de comer, las semillas de chía pueden ayudar, pues tienen un probado efecto saciante.

Se ha comprobado que el consumo de entre 7 y 14 gramos diarios permite aumentar la sensación de saciedad y reducir la ingesta calórica total de la siguiente comida. Además, la glicemia después de comer crece de forma más lenta. Esto se debe a la presencia de fibra y de proteínas. 

¿Cómo se pueden comer las semillas de chía durante el embarazo?

Una vuelta por el supermercado nos informa de la gran ubicuidad de las semillas de chía. Hoy en día se encuentran en un gran número de alimentos y preparaciones: palitos, barritas de cereales, galletas, panes, pasta. Sin embargo, la principal recomendación es tomarlas en su forma natural. 

Para hacerlo, la mejor opción es comprarlas trituradas o molerlas en casa con algún aparato apto para ello. De esta forma es como el organismo aprovecha todos los nutrientes que contienen las semillas. Y así es como las mujeres embarazadas pueden verse favorecidas por todos los beneficios.

 

Aunque es importante saber que las semillas de chía en el embarazo no son válidas como única fuente de omega 3, no por eso resultan despreciables. Esto es debido a que el cuerpo tiene dificultad para convertir el ALA en formas útiles. Según las investigaciones, son estas variantes activas las responsables de los beneficios de los ácidos grasos poliinsaturados durante la gestación.

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