"Si no me hubiese pasado, no lo hubiese creído". Esa es una frase común de las personas que tienen un "contacto cercano" con los momoyes, una especie de hombrecillos de baja estatura o "duendes" que según la leyenda andina, especialmente en tierras trujillanas, son encargados de proteger a la naturaleza. Por historias como ésta se dice que esta región es mágica.
La representación artística, tanto en pinturas como en esculturas, reflejan a los momoyes como de unos 40 centímetros de estatura, sombreros de copa alta, barba y a veces con bastón. Estan inspirados en las experiencias de personas que aseguran haberlos visto o sentido su presencia.
El profesor del área de Literatura de la Universidad de los Andes, Núcleo Universitario Rafael Rangel en Trujillo, Dr. Luis Javier Hernández, estudioso además de esta figura mítica, explica que los momoyes estan arraigados a un realismo telúrico que mantiene estrechos vínculos con la idiosincrasia devenida del entrecruce cultural entre lo aborigen y lo europeo. "Son figuras locales que tienen una profunda vinculación con la cosmogonía universal de los duendes, gnomos y todas aquellas criaturas mitológicas, que de alguna u otra manera, han sido referencia en la literatura y conciencia cósmica de la humanidad".
Hernández, cuyo terruño es Boconó (municipio en el cual aseguran que aparecen los hombrecitos), indica que son varias las características de los momoyes, "una de ellas que son seres afables como una forma de mostrar la armonía con la naturaleza y ser mensajeros de un espacio más allá de lo físico. La caracterización de juguetones, ha surgido a través los testimonios orales de lugareños que aseguran haber interactuado con ellos. pero en esos testimonios, también se encuentran opiniones que los relacionan con el mal, raptos de personas (principalmente de mujeres)".
En cuanto a
la aparición de los momoyes, sea o no con intención, varios de los testimonios aseguran que es en ambientes naturales, ya sea cerca de ríos, quebradas y muy especialmente en Guaramacal, en las inmediaciones del Parque Nacional.
Laguna de los Cedros, Boconó, lugar en donde frecuentemente "aparecen " los momoyes "Un gran porcentaje de testimonios afirman su presencia durante las crecidas de los ríos, lo cual es atribuido a una mudanza, a un reclamo de sus tierras ancestrales, tal es el caso de algunas leyendas escuchadas en Guaramacal en Boconó", detalla el
profesor e investigador. Laura Dos Santos, trujillana, cuenta que si ella no lo hubiese vivido, no lo hubiese creído. Relata que por el 2008 visitó la casa de un tío en Boconó, cercana a una quebrada, y con una prima conversó acerca de esta leyenda y rieron sobre la descripción de los momoyes "A eso de las 12 y media de la noche, nos acostamos, cerré la puerta con seguro y al apagar la luz, me abrieron la puerta. ¡Era imposible! ¡estoy segura que la cerré! Gritamos y cerramos los ojos. Ninguna se atrevió a abrirlos porque podríamos quedar encantadas. Hicimos oración, nos calmamos y encendimos la luz. Son cosas delicadas". Su moraleja fue el respeto por las historias que se cuentan.
Por otro lado el valerano
Juan Becerra dice que "pasaron el susto porque vieron personas pasar por las carpas", refiriéndose a una experiencia en una noche de campamento en la Laguna de los Cedros, que forma parte del Parque Nacional Guaramacal. Cuenta que por el año 2009, ya en la noche, él y algunos amigos estaban dentro de una carpa contando cuentos de terror. Posteriormente escucharon cantos y voces y vieron pasar personas que parecían niños de unos 10 o 12 años y al salir, no vieron a nadie. Ya por la mañana, se dieron cuenta que una de las dos lámparas recargables que tenían afuera, se las habían llevado. "El vigilante del parque nos dijo que eran los momoyes y que ahí pasan situaciones como esas y se pierden cosas".
Los momoyes estan vinculados con cuerpos de agua. Dicen que los campesinos incluso son sus amigos y les piden permiso para disponer de las aguas. Además, el hecho de "profanar" los espacios o ensuciar a la naturaleza parece ofenderles, pues incluso llueve, al punto que son "echados" del lugar que han perjudicado.
Hay un punto común entre las personas que tienen experiencias con ellos: no burlarse, nombrarlos en vano o dañar el encanto natural de Trujillo.
Eliph Catalina Fernández Licenciada en Comunicación Social mención Desarrollo Económico de la Universidad de los Andes
Diplomado en Gestión de Medios Digitales de la ULA
Maestrante de Literatura Latinoamericana
Corresponsal de Noticias Venevision en Trujillo12 años de experiencia
IG: @eliphcatalina