Venezuela celebra a sus primeros santos a un mes de la canonización de José Gregorio y Madre Carmen de Venezuela, el país se prepara para un acontecimiento histórico y lleno de fe
el próximo 19 de octubre, en El Vaticano ondeará la bandera durante la ceremonia de canonización de los dos primeros santos de Venezuela: José Gregorio Hernández, conocido como "El Médico de los Pobres", y Madre Carmen de Venezuela, fundadora de la Congregación Siervas de Jesús.
Este evento, esperado con fervor por millones de devotos, eleva a los altares a dos figuras cuyas vidas ejemplares son hoy más que nunca, una referencia de servicio, caridad y fe inquebrantable que llena de inspiración y esperanza a todo un país.
Desde Los Andes natales de José Gregorio hasta la Caracas que vio nacer a Madre Carmen, los fieles se congregan en iglesias y hogares para agradecer a nuestros santos las gracias concedidas, pero es necesario recordar algunas características de estos santos: su profunda vocación de servicio por los más necesitados.
El camino a la santidad de ambos, está lleno de innumerables testimonios, de favores y milagros, la rigurosa investigación de la congregación para las causas de los santos ha corroborado la intercesión divina a través de estas dos figuras, validando así la fe y devoción popular que por décadas los ha venerado, su canonización no solo es un reconocimiento a sus virtudes heroicas, también un bálsamo de esperanza para Venezuela.
El historiador y miembro de la Academia Nacional de Historia, Tomás Straka, comentó: "Cuando hablamos de José Gregorio Hernández y hablamos de Carmen Rendiles, podemos hablar de la santidad y los últimos alcances de esa santidad, en particular se la dejó a los especialistas, a los radiógrafos, a los teólogos, pero hablamos de venezolanos excepcionales en cosas que hicieron excepcional a Venezuela, la educación, la cultura, la libertad, el ascenso social, las mujeres que toman su destino en sus propias manos".
José Gregorio Hernández y Madre Carmen de Venezuela son mucho más que figuras en un altar; son el faro que ilumina el camino, sus vidas ejemplares son un llamado a todos, una invitación a creer que, a través de la fe, la caridad y el servicio, es posible convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos y construir juntos una sociedad más humana y fraterna.
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