Un estudio liderado por el Instituto Max Planck de Geoantropología (MPI-GEA), en Alemania, y en el que participó el español Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) de Burgos, ha descubierto que hace 150.000 años los humanos vivían en las selvas tropicales del África occidental, unos 130.000 años antes de lo que se pensaba.
Hasta ahora se sabía que los humanos surgieron en África hace unos 300.000 años y hace unos 200.000 años migraron hacia Oriente Próximo, una región en la que permanecieron miles de años y desde la que siguieron expandiéndose, primero hacia Asia (hace 100.000 años) y después hacia Europa (hace 45.000 años).
Sin embargo, recientes investigaciones están demostrando que esta visión sobre la dispersión humana desde África al resto del mundo está incompleta y que África Occidental es una región poco estudiada que pudo desempeñar un papel mucho más importante en la historia de la evolución humana.
El estudio, cuyos detalles se han publicado en la revista Nature, defiende que la evolución humana se produjo en varias regiones y hábitats que no han sido lo suficientemente estudiados.
La historia de este hallazgo se remonta a la década de 1980, cuando Yodé Guédé, investigador de la Universidad Félix Houphouët-Boigny y coautor del estudio de Nature, investigó el yacimiento Bété I (Costa de Marfil) y descubrió que estaba profundamente estratificado y que contenía herramientas de piedra, pero no logró determinar su antigüedad.
Por esa razón, el equipo regresó al yacimiento y, esta vez sí, estimaron que grupos humanos habían vivido en este lugar hace al menos 150.000 años. Hasta entonces, las únicas evidencias que demostraban que los humanos habían vivido en selvas tropicales eran de hace unos 70.000 años en el sudeste asiático y de unos 18.000 para las selvas de África.
Aunque las difíciles condiciones ambientales del África Occidental impiden la conservación de fósiles humanos o animales, esta vez el equipo logró superar estas barreras combinando dos modernos métodos de datación: la luminiscencia ópticamente estimulada y la resonancia paramagnética electrónica que aplicaron sobre los granos de cuarzo.
Además, al analizar muestras de sedimentos descubrieron que la región era muy boscosa, que el polen y las ceras de las hojas eran típicos de los bosques húmedos de África Occidental, y que el yacimiento no estaba en una estrecha franja de bosque, sino en una densa arboleda.
Información de EFE