El presidente número 47 de Estados Unidos, Donald Trump, presentó oficialmente el nuevo avión de combate de sexta generación, denominado F-47, en una ceremonia celebrada el viernes en la Oficina Oval. Acompañado por el secretario de Defensa, Pete Hegseth, y por el jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, general David W. Allvin, el mandatario describió el nuevo avión como una muestra del avance tecnológico y de la capacidad de defensa del país.
Durante el acto, se revelaron escasos detalles técnicos del aparato. El mandatario se refirió al F-47 como “nivel seis”, de la misma manera que lo ha presentado la Fuerza Aérea de EEUU, en alusión directa a su clasificación como avión de sexta generación, en contraste con los actuales F-22 y F-35, considerados de quinta generación. El presidente afirmó que el nuevo modelo ha estado en fase experimental de vuelo durante casi cinco años y será fabricado por Boeing.
El número del avión no fue una elección aleatoria, según el mandatario. “Cuarenta y siete es un número hermoso”, declaró, sin explicar si la designación se vinculaba a su número presidencial o a otro criterio técnico. Tampoco se anunció el apodo oficial del avión, práctica habitual en los modelos anteriores como el F-15 Eagle o el F-16 Fighting Falcon, cuyos nombres evocan animales o conceptos de amenaza.
El general Allvin señaló en un comunicado posterior que el F-47 representa “un salto monumental para asegurar la superioridad aérea de Estados Unidos durante décadas”. Según sus palabras, se trataría del “avión de combate más avanzado, letal y adaptable jamás desarrollado”, diseñado específicamente para “superar, maniobrar y dominar a cualquier adversario que se atreva a desafiar a nuestros valientes aviadores”.
En términos de velocidad, el presidente destacó que el F-47 puede superar Mach 2, es decir, más del doble de la velocidad del sonido, un rendimiento que colocaría al avión en la categoría de los jets más rápidos del mundo. The New York Times recordó que los aviones de combate estadounidenses alcanzaron esa velocidad por primera vez en 1953 y que modelos como el SR-71 Blackbird lograron superar incluso Mach 3 en décadas pasadas. Sin embargo, en la actualidad, la velocidad ya no es el único factor crucial, ya que las prioridades en el diseño también incluyen la eficiencia del combustible, el alcance y, sobre todo, la invisibilidad ante radares enemigos.
Según el propio presidente, el F-47 sería “virtualmente invisible”. Añadió que contaría con “un poder sin precedentes” y afirmó ante cámaras que “los enemigos de Estados Unidos nunca lo verán venir”. En la línea de esa retórica, indicó que espera que el avión no tenga que ser usado en combate, pero sostuvo que su sola existencia constituye un elemento disuasorio: “Tienes que tenerlo. Y si alguna vez pasa algo, no sabrán qué los golpeó”.
El gobierno evitó proporcionar una cifra oficial sobre el costo de cada unidad del F-47, aunque el general Allvin aseguró que su desarrollo sería más económico que el del F-22 Raptor, cuyo precio ronda los 143 millones de dólares por unidad. The New York Times cita una ficha técnica de la Fuerza Aérea en la que se indica que existen 183 Raptors activos, lo que sugiere que la producción del F-47 podría ser más amplia.
No se mencionaron cifras específicas sobre el número de unidades planificadas, aunque Allvin dejó entrever que el objetivo sería aumentar la flota en comparación con el modelo al que reemplaza. Esta intención apunta a reforzar la cobertura operativa global de la Fuerza Aérea con un avión que, según el Pentágono, servirá como pilar de la aviación de combate tripulada para las próximas décadas.
En cuanto a su armamento, ni el presidente ni el jefe del Estado Mayor ofrecieron detalles. No obstante, todos los aviones furtivos actualmente en servicio comparten una característica común: para reducir su firma de radar, las armas se almacenan en compartimentos internos. Esto implica limitaciones en la cantidad de misiles o bombas que se pueden transportar, como sucede con el F-22, originalmente concebido para el combate aire-aire. Posteriormente, se le adaptó una bomba de pequeño diámetro de 113 kilogramos (250 libras) para misiones de ataque a tierra.
El F-35, en cambio, posee mayor versatilidad al poder portar armas de forma interna o externa, dependiendo del nivel de sigilo requerido. Por su parte, el bombardero B-2 Spirit puede cargar hasta 18.000 kilogramos (40.000 libras) de bombas en su bodega interna. La Fuerza Aérea aún no ha revelado la capacidad interna de su sucesor, el B-21 Raider.
Durante el evento, se mostraron dos imágenes del F-47 en la Oficina Oval, una de ellas con una fotografía del avión en tierra, bajo una bandera estadounidense. Según The New York Times, en la imagen se observaba una nariz triangular y achatada, un tren de aterrizaje delantero y una cabina negra de acabado reflectante. Las alas, aparentemente, tenían una leve inclinación hacia arriba. El resto del fuselaje permanecía cubierto por sombras y humo simulado.
La segunda imagen, al parecer una ilustración artística, mostraba al avión saliendo de una nube, aunque sin revelar detalles técnicos. En conjunto, ambas representaciones apuntan a un diseño todavía clasificado, que busca equilibrar el sigilo, la velocidad y la capacidad de maniobra en combate aéreo.
La presentación del F-47 se produce en un momento en el que Rusia, China y consorcios europeos desarrollan sus propios proyectos de cazas de sexta generación. Pese a las críticas sobre el alto costo de este tipo de aeronaves, como las expresadas por Elon Musk, asesor cercano al presidente y defensor de una mayor inversión en drones, el gobierno mantiene su apuesta por la aviación tripulada de élite como herramienta clave en su estrategia de defensa.
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