La Casa Blanca condenó este jueves "rotundamente" el lanzamiento de un misil balístico de largo rango por parte de Corea del Norte y urgió de nuevo a Pionyang a que se preste a "negociaciones serias" sobre su desnuclearización.
En un comunicado emitido durante la visita a Bruselas del presidente estadounidense, Joe Biden, la Casa Blanca reaccionó al lanzamiento del misil norcoreano, que cayó este jueves en aguas japonesas, a 150 kilómetros de la costa norte del archipiélago nipón.
La portavoz de Biden, Jen Psaki, no llegó a confirmar en su comunicado que el lanzado sea un misil balístico intercontinental (ICBM), como indicó el Ejército surcoreano, lo que supondría la primera prueba de este tipo en casi cinco años por parte de Pionyang.
Psaki describió el proyectil como un "misil balístico de alto rango", aunque recordó que el Gobierno estadounidense concluyó este mes que las pruebas norcoreanas de los pasados 26 de febrero y 4 de marzo implicaron el uso de "un sistema de misiles balísticos intercontinentales".
"Este lanzamiento supone una violación descarada de múltiples resoluciones de la ONU y sube innecesariamente la tensión, además de suponer un riesgo de desestabilización de la situación de seguridad en la región", opinó la portavoz.
Estados Unidos urge "a todos los países a asegurarse de que Corea del Norte rinda cuentas por esas violaciones" y a Pionyang a "volver a la mesa para desarrollar negociaciones serias", indicó Psaki.
"La puerta de la diplomacia no se ha cerrado, pero Pionyang debe cesar inmediatamente sus acciones desestabilizadoras. Estados Unidos tomará todas las medidas necesarias para asegurar la seguridad del territorio estadounidense y de sus aliados surcoreanos y japoneses", concluyó.
El misil lanzado este jueves recorrió una distancia de 1.100 kilómetros y alcanzó una altura máxima superior a los 6.000 km, según los datos registrados por el Ministerio de Defensa nipón, que muestran una elevación del proyectil mucho mayor que el último lanzamiento de un ICBM realizado por Pionyang en 2017.
Este ensayo supone el fin de la moratoria que se autoimpuso el régimen con respecto a los lanzamientos de ICBM de cara a acercar posturas antes de la primera cumbre que celebraron en 2018 el líder norcoreano, Kim Jong-un, y el entonces presidente estadounidense, Donald Trump.
Desde que comenzó el año, el régimen norocoreano ha llevado a cabo doce ensayos de armas, una cifra récord, al tiempo que ha rechazado las invitaciones estadounidenses al diálogo.
Corea del Norte sigue cerrado a cal y canto por la pandemia y aún no ha vacunado a uno solo de sus ciudadanos, lo que hace muy poco factible la celebración de encuentros diplomáticos de alto nivel cara a cara.
EFE