Con más de un millón de contagios y casi 29.000 fallecidos, Argentina inicia este lunes una nueva extensión de las medidas para frenar el coronavirus, que transita entre la nueva normalidad de Buenos Aires y la delicada situación que viven las provincias del interior del país.
Hace meses la ciudad de Buenos Aires y su populosa área metropolitana (AMBA), era el principal foco de transmisión viral, con una cifra de contagios que representaba más del 90% del total, una tendencia que se revirtió y ahora preocupa más la situación de provincias como Córdoba y Santa Fe.
Las nuevas restricciones, que el presidente Alberto Fernández anunció el viernes, se mantendrán hasta el próximo 8 de noviembre, y mantiene la diferencia entre zonas afectadas por las medidas de distanciamiento y las de aislamiento obligatorio.
En aislamiento se encuentra el AMBA y algunas poblaciones de las provincias de Buenos Aires, Chaco, Chubut, Córdoba, La Rioja, Mendoza, Neuquén, Río Negro, Salta, San Juan, San Luís, Santa Cruz, Santa Fe, Santiago del Estero, Tierra del Fuego y Tucumán.
En estos lugares el transporte público será de uso exclusivo para los trabajadores considerados esenciales y sanitarios en la reapertura de actividades económicas, mientras que las reuniones sociales se reservan a los espacios abiertos.
Mientras que los locales gastronómicos podrán atender a clientes en el interior, los gimnasios y centros de danza podrán abrir con cupos limitados y las actividades religiosas podrán concentrar a 20 personas en el interior y otras 20 al aire libre.
EFE